Un bolón preparado con queso tiene 260 calorías. Si la combinación es con chicharrón aumentan a 360, por la grasa. Estos datos son ignorados o importan poco a las decenas de personas que  desayunan fuera del hogar y han dado paso a una verdadera guerra de sabores.

La oferta va desde los tradicionales bolones hasta la guatita, encebollado, bollos, humitas, cebiches y bandera.

Publicidad

La demanda de este tipo de platos deja de lado el pan, la leche y los revoltillos de huevo, que poco se ofrecen en los locales; además han adoptado nombres relacionados con ello, como Boloncentro, Platanísimo, El Patacón, el Café de Tere y otros.

Uno de los factores que contribuyen al éxito y nacimiento de estos negocios es que Guayaquil tiene habitantes que provienen de distintas provincias, quienes instalan sus locales de acuerdo con sus costumbres y van conquistando paladares.

Publicidad

La primera comida del día se hace en familia los fines de semana y con amigos los días regulares.

Son las 08h30 del sábado 9 de septiembre. José Miguel Lozano acompañado de Trinidad, de 5 años, y Leonor, de 4,  sus dos hijas (la esposa trabaja), sale de su domicilio ubicado en la 38 y O’Connor, en el suburbio oeste, para cumplir con una costumbre de los fines de semana: desayunar en la calle.

Su destino no es incierto. Toma un taxi y la dirección que le da al chofer es Esmeraldas y Rosendo Avilés, esquina.  Ahí está ubicado el Boloncentro, un local donde el plato fuerte es el bolón con café.

Pese a que se levantó temprano, José Miguel no es uno de los primeros en llegar. Otras familias le llevaron la delantera. Aun así, encuentra un lugar desocupado.

El pedido  es el mismo desde hace un año cuando empezó esta rutina: tres  bolones de chicharrón y tres tazas de café con leche.  El local ofrece una variedad de alimentos (corviche, bollos, motepillo, humitas,  batidos) pero José Miguel se mantiene fiel al bolón.

En este lugar convergen alrededor de 800  personas los fines de semana. Los días ordinarios la cifra se reduce a 500 comensales entre compañeros de trabajo, amigos o algo más, quienes departen mientras  desayunan.

Por ese motivo, Xavier Romero, propietario del Boloncentro, piensa en abrir un nuevo local de desayunos en el norte, en enero próximo.

Él atribuye el éxito de su negocio a Dios y al esfuerzo que desde el principio –hace casi diez años– puso en su trabajo que fue inspirado en un puesto que vio en una calle cualquiera. Reconoce que esta nueva costumbre de las personas lo obliga a crecer.

Maracaibo y Esmeraldas son calles que forman parte de la trayectoria de Romero, porque ahí  emprendió  la venta de desayunos. El negocio comenzó con una mesa, cuatro bancos, una cocina y una refrigeradora, “y todo el amor del mundo para salir adelante”.

Mientras José Miguel degusta  su desayuno en el Boloncentro, en el Café Junior de la Alborada, al norte, otras familias acuden en busca de la primera comida del día. El menú es igual de variado, pero además se incluyen las tortillas de huevo con camarón, empanadas de verde,   ensalada de frutas y platos fuertes.

En los tres años que este local presta servicio a los habitantes, no solo del norte sino de otros sectores de la ciudad, Vicenta Castro, la propietaria, ha visto cómo el rol de la ama de casa ha cambiado.

“Ahora la mayor parte de las mujeres trabaja y no hay mucho tiempo para  preparar un desayuno”, expresa, mientras atribuye a esta causa el  origen de su negocio que abre las puertas al público desde las 06h00 hasta las 13h00.

En tanto,  Laura Macías, empleada del Café de Tere, en La Garzota, al referirse a la dueña del local expresa: “Ella (Teresa Castro) siempre se dio cuenta de que comer es una necesidad vital. Hace quince años decidió preparar bolones porque es lo típico de la Costa”.

Uno de los alimentos que se sumó poco tiempo después de iniciado el negocio a la lista del Café de Tere es el tigrillo, un plato tradicional de la provincia de El Oro.

El tigrillo es una mezcla de majado de verde con huevo, leche, cebolla blanca, mantequilla, queso o chicharrón que puede ir acompañada de un bistec de carne o hígado, según la preferencia.

Pese a que el bolón es  apetecido por muchas personas a la hora del desayuno, hay quienes optan por el encebollado de pescado.

Como aquellos que visitan la picantería Angelito 2, ubicada en la  Francisco de Marcos y la 11, donde Ángel Macías y Carmen Mena, dos manabitas radicados desde hace 25 años en Guayaquil,   empezaron en este negocio cuando tenían un año en la ciudad.

Otro sector escogido por quienes  buscan un desayuno es la esquina de Huancavilca y Los Ríos.  Este sitio es el favorito de María Torres; ella llega acompañada de sus tres sobrinos que saborean bolones con bistec, huevo, café y batido, hace más de un año.

Roberto Chonillo, en cambio, prefiere reemplazar el tradicional desayuno por un plato de guatita con arroz. Este mecánico, de 40 años, dice comerla hace tres décadas.

“Es lo más bueno que tiene Guayaquil”, asegura Chonillo, sentado junto a la carretilla de María Monta, que vende guatita con arroz en la esquina de Ayacucho y Gallegos Lara. 

En la esquina de Esmeraldas y Rosendo Avilés, José Miguel Lozano y sus dos hijas toman un taxi para  retornar a su hogar. Ellos esperarán  hasta el próximo  sábado para cumplir nuevamente su costumbre.