El fiscal general contrató un autodenominado clarividente que se instaló en una oficina de la institución, hipnotizó a altos funcionarios y hasta realizó un exorcismo mientras el gobierno le pagaba honorarios y le suministraba un carro blindado.
  
La contratación generó un escándalo que ha cautivado a todo el país.
  
Armando Martí, un famoso psíquico colombiano que en la prensa ya tiene el título de   brujo, fue contratado por el fiscal general Mario Iguarán para ayudar a los trabajadores de la institución a soportar la carga laboral y mejorar las relaciones interpersonales.
  
La revelación de que Martí tuvo acceso total a los corredores de poder de la Fiscalía, una de las instituciones más respetadas del Estado y que tiene la responsabilidad de investigar y procesar los crímenes perpetrados en más de 40 años de conflicto interno en este país, sumió en crisis al organismo.
  
Martí aseguró que destapó casos de corrupción en la Fiscalía como grabaciones ilegales realizadas por funcionarios y algunos casos de sobornos en los meses que pasó hipnotizando a empleados y elaborando informes para Iguarán sobre la lealtad de los trabajadores.
  
El proyecto de Martí tenía como nombre Misión Perseo de Zeus, de acuerdo a documentos publicados por revista Semana bajo el titulo  El Rasputín de la Fiscalía.
  
Martí le contó a esa revista cómo realizó un exorcismo para neutralizar una muñeca vudú apuñalada con alfileres que fue encontrada en el basurero de la secretaria general de la Fiscalía.
  
En una entrevista telefónica con la AP, Martí calificó el artículo de Semana como acertado, pero intentó disipar el énfasis del reportaje sobre magia negra.
    
No se trataba de brujería, sino de métodos científicos para sanear el ambiente de trabajo, dijo el martes Martí.
  
El hecho de que Martí se codeó con la elite política y social del país apenas sorprendió a los colombianos. En su sitio de internet --antes de que dejara de funcionar debido a una sobrecarga de visitas-- están colgadas fotos de famosos clientes, incluyendo el presidente Alvaro Uribe.
  
Lo que sí escandalizó a los colombianos fue la revelación de que Martí recibió honorarios de hasta 1.800 dólares al mes, que estaba autorizado para cargar un arma y se transportaba en vehículo blindado oficial.
    
Tuve mi carro, mi arma, y mi carné para protegerme no por fuera, como la gente dice, sino que me protegía de los de adentro porque había fuertes roces internos, dijo Martí a la AP.
  
Martí explicó que se transformó uno de los hombres de confianza de Iguarán, un político famoso por sus escrúpulos, después de que le ayudó al fiscal a resolver algunos problemas en su matrimonio.
  
Cuando el Dalai Lama visitó Colombia en mayo, Martí le consiguió al fiscal una entrevista privada que duró más de dos horas con el líder espiritual tibetano.
  
El lunes, Iguarán se disculpó en declaraciones a radio y televisión por   un incidente que estaba en lo folclórico, pero que ha terminado afectando la institucionalidad de la Fiscalía.
  
Iguarán aseguró que ordenó a su oficina finiquitar el contrato del equipo de consultores del que formaba parte Martí. También prometió ayudar con cualquier investigación que realice el Congreso.
  
Lo que todavía no tiene respuesta, sin embargo, es quién filtró esta información y cuál era el objetivo de darla a conocer a los medios.
  
Iguarán, de momento, solo declaró que atribuye la filtración a   fuerzas extrañas. Sus posibles enemigos incluyen capos del narcotráfico que intentan evitar ser extraditados a Estados Unidos y oficiales del gobierno acusados de colaborar con ellos.
  
En los últimos meses, Iguarán presentó cargos de homicidio contra un coronel del ejército y 14 soldados por la matanza de 10 policías antinarcóticos.
  
Iguarán insistió en que su relación con Martí no afectó su responsabilidad como fiscal general, pero defendió al psíquico e inclusive le sigue siendo leal.
  
En un entrevista televisada el lunes, Iguarán confesó: fue mi amigo y le abrí mis manos, mis puertas y hasta mi corazón.