Con gran expectación mediática, la joven austriaca Natascha Kampusch dio ayer su primera entrevista televisiva al periodista de la cadena pública ORF, Christoph Feurstein, para contar su secuestro de ocho años en un calabozo subterráneo en Viena.
Además, fotos de Kampusch se publicaron en la revista News y en el diario Kronenzeitung. Más de 120 televisoras de todo el mundo emitirán la entrevista, que se estima tuvo la mayor audiencia en la historia de Austria. El programa alemán ‘Spiegel TV’ ha llegado a ofrecer 600.000 euros ($ 756.000) por los derechos de la entrevista.
Publicidad
Sus planes para el futuro son realizar un crucero con su familia y si aprueba el bachillerato desea efectuar un viaje de fin de curso.
En la revista semanal News Kampusch dijo ayer que lo único que pensaba al haber sido capturada por Wolfgang Priklopil era cómo escapar, que desesperaba al enterarse de que la gente creía que estaba muerta y que “a veces soñaba con cortarle la cabeza, si hubiera tenido un hacha”.
Publicidad
Confesó además que pensaba “que probablemente no había nacido para permanecer encerrada y ver cómo mi vida se arruinaba. Estaba desesperada ante tanta injusticia (...) Pensaba que nunca me encontrarían”.
Unas 20 fotos en News muestran a una joven atractiva, relajada, sonriendo, en el hospital de Viena. Viste jeans, camisa violeta, y una larga bufanda en torno a la cabeza, que cae hasta su cintura.
“Siempre busqué el momento preciso, pero no podía arriesgar nada”, dijo al recordar su fuga, el 23 de agosto pasado, en una distracción de Priklopil.
“Un intento fracasado hubiese significado no salir nunca más de la celda”, dijo.
La joven, con una excelente gramática y rico vocabulario, dijo que extrañó a sus abuelos y a sus gatos, que le encantaría un crucero con sus padres, visitar Londres y Nueva York, y estudiar psicología, periodismo o derecho, además de ayudar a las mexicanas secuestradas, torturadas y violadas, y a los hambrientos en África.
Luego, en la entrevista a la televisión pública austriaca ORF, afirmó que suele “hablar por teléfono” con sus padres y destacó que su madre “nunca perdió la esperanza de que estuviera viva”.
“Ayer y antes de ayer me encontré con mi madre. También me había encontrado con mis padres en la Policía. Ayer me reuní por primera vez con mi hermana mayor”, comentó.
Tenía “muchos deseos que quería satisfacer” y lo primero que hizo fue “salir a comer un helado de incógnito”, con gafas de sol, pañuelo en la cabeza y acompañada por un médico, en una concurrida calle vienesa, “pero nadie me reconoció”, dijo Kampusch riendo.
Afirmó que a los dos años de encierro tuvo acceso a una radio para oír noticias y que en las fiestas como Navidad, Semana Santa o cumpleaños, su captor le hacía regalos.
Según la televisora, Kampusch apenas mira a las cámaras y baja los párpados porque sus ojos son muy sensibles a la luz, mientras su voz aparece afectada por un resfriado.
Voceros de ORF dijeron que no se pagó por la entrevista, pero se vendieron los derechos a medios internacionales para que los ingresos fueran a un fondo para Kampusch.