Acabo de presenciar con profunda pena una nota televisiva de lo más denigrante. Varias damas con cámaras y sus camarógrafos ingresaron al recinto donde los candidatos a fiscales rendían sus pruebas de eficiencia, para filmar sus gestos, los movimientos de cabeza, las musitaciones, etcétera; acompañando las tomas con comentarios peyorativos.

Me pregunto, ¿será malo aspirar al desempeño de un cargo público? Se anuncia luego que dichos candidatos han obtenido bajas calificaciones, pero me sorprendo al conocer que de los quince aspirantes a cargos en Guayas, diez de 30 han superado los 20 puntos, más de las dos terceras partes del puntaje total; lo que no me parece mala nota para un examen de por sí difícil, pues los Códigos Penal y de Procedimiento Penal contienen casi 1.000 artículos, sin contar la jurisprudencia, la doctrina, etcétera.

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Considero que estos “comentarios” son inconscientes, fruto de la poca experiencia de reporteras que no recapacitaron que actos de esta naturaleza, con veedurías y todo lo demás, merecen nuestro más absoluto respeto, pues los examinados no son alegres y divertidos muchachos de colegio; son profesionales del derecho, padres de familia, algunos hasta forman parte del Poder Judicial. En fin, ciudadanos serios y responsables que aspiran a superarse; no nos burlemos de ellos. Critíquese a los jueces y fiscales incompetentes, acúsese a los que no cumplen a cabalidad sus funciones, pero no se vapulee sin necesidad a los que ni siquiera comienzan, pues las burlas solo sirven para aumentar el desprestigio general, y el escarnio socava y carcome la institucionalidad del país. Al actuar con tanta ligereza hacemos mal, aunque parece que no tenemos idea del daño que estamos causando al Ecuador del mañana. Ojalá que en los próximos exámenes el CNJ no permita sátiras ni burlas.

Dr. Rodolfo Pérez Pimentel
Guayaquil

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Soy profesora de educación media por más de 31 años y por mis aulas han pasado varias generaciones de estudiantes a las que he motivado para que practiquen valores éticos, de los que tanto se habla en todos los niveles de educación.

Contrapuesto a mis requerimientos, comparto y escucho comentarios adversos de mis alumnas sobre el daño que ocasionan a jóvenes y niños los programas televisivos de violencia, crónica roja y sexualidad; a tal punto que en repetidas ocasiones me han solicitado que acuda con ellas a esos medios de comunicación para plantear un cambio. Considero que la entidad del Estado más idónea es el Consejo Nacional de la Niñez y la Adolescencia, que debe poner en acción mecanismos rápidos y eficientes creando un código regulador para los programas de televisión para que se ofrezcan temas formativos como; urbanidad, ética, arte, lenguaje, educación para la salud, medio ambiente, turismo, etcétera; para forjar una sociedad con valores que tanta falta hace en los actuales momentos, cuando la delincuencia abarca no solamente estratos bajos, sino también altas élites políticas y sociales.

Leo artículos de prensa sobre críticas a la televisión. Esa es la voz de muchos ciudadanos conscientes que nos sentimos afectados e impotentes de no poder hacer llegar nuestra preocupación por los programas inadecuados que cada vez se incrementan, dado que la televisión es un medio de alto alcance social. La crónica roja por ejemplo, se exhibe con sensacionalismo en ciertos canales justo a las horas de comer, que lejos de informar impacta negativamente a nuestros sentidos, por lo que es mejor apagar el televisor. ¡Manos a la obra señores, revisen el código de ética de la televisión y ayúdennos a educar!

Lcda. Zoila Rosalía Velásquez
Guayaquil