El Hezbolá rechaza el plan del secretario general de la ONU, Kofi Annan, que propone un cese inmediato de las hostilidades y la liberación de dos soldados israelíes, declaró el viernes a la AFP Hussein Hajj Hassan, diputado de la formación chiita libanesa.

"Es normal que rechacemos este plan", dijo el diputado. "Lo único que aceptamos es un alto el fuego incondicional, seguido de negociaciones indirectas sobre el intercambio de prisioneros".

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Annan exigió el jueves un "cese inmediato de las hostilidades" en Líbano y propuso un plan de solución del conflicto que incluye la liberación de los soldados israelíes, una conferencia internacional y una fuerza de estabilización en el sur de Líbano.

Por su parte, Israel subrayó hoy que pondrá punto final a su ofensiva en Líbano cuando el Hezbolá se desarme.

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De acuerdo a EFE, el gobierno de Israel informó que iba a intensificar hoy sus operaciones por tierra con miles de soldados en el Líbano para desmantelar la infraestructura de Hezbolá, algo que no consiguieron en diez días de intensos bombardeos la aviación ni la artillería.

De momento, se trata de operaciones en una franja de menos de dos kilómetros dentro del territorio libanés, donde los efectivos, según fuentes militares, encuentran firme resistencia de parte de los combatientes de esa milicia chíi.

Los guerrilleros libaneses, que dispararon ayer cerca de 50 de sus cohetes y misiles contra localidades del norte de Israel, aunque sin mayores consecuencias, no volvieron hacerlo hoy, al menos hasta cerca del mediodía.

Fuentes militares informaron que en las últimas 48 horas de operaciones en el territorio libanés para destruir casamatas y arsenales de Hezbolá han muerto 8 soldados de unidades de elite, y otros 16 resultaron heridos en los combates.

Hezbolá, cuyo líder, Hasan Nasrala, reapareció públicamente después de cuatro días de silencio en una entrevista a la red qatarí de televisión Al Jazira, no informa de sus bajas.

Israel tiene planes para operaciones "de gran escala" en Líbano, afirmó ayer el secretario del Poder Ejecutivo, Israel Maimón, "pero no tiene intención ahora de llevarlos a la practica", aunque algunos analistas de los medios locales lo consideraban inevitable.

Por la experiencia de la invasión de junio de 1982 del Líbano, fuentes militares y políticas, en disidencia con el Gobierno del primer ministro, Ehud Olmert, y con su ministro de Defensa, Amir Peretz, advertían que si las operaciones en la frontera se convirtiesen finalmente en una ofensiva masiva por tierra, "ello se cobrará un alto precio en vidas". En 1982 murieron 650 soldados.