Zinedine Zidane, que soñaba dejar el fútbol levantando la Copa del Mundo, como colofón a una carrera insuperable, labrada en 17 años, despreció el mejor escenario posible y se retiró siendo expulsado en la prórroga de la final del Mundial ante Italia, que su equipo acabó perdiendo en los penales.
Fue un calentón del que se lamentará toda la vida y que tal vez le haga recapacitar para seguir y despedirse de otra manera.
Otro calentón le superó en el Mundial-98 cuando fue expulsado en la primera fase contra Arabia Saudí y se perdió los partidos de octavos y cuartos de final.
Y es que Zidane tiene un carácter fuerte, que le sirvió en su día para sobrevivir en el difícil barrio marsellés de La Castellane, pero que trasladado a un campo de fútbol puede ser peligroso.
Fue un final de pesadilla para un hombre que ha sido campeón del mundo y de Europa, mejor y más caro jugador del mundo, "galáctico" en el Real Madrid y mejor jugador galo de la historia junto a Michel Platini.
Talentoso, provisto de una técnica y una visión de juego fuera de lo común con el balón en el pie, carismático pero modesto, esta expulsión no evitará que Zidane permanezca en la retina francesa como aquel jugador que con dos cabezazos mágicos hizo a su selección campeona del mundo en 1998, ni que se manchen 17 años de "beau jeu" (juego bonito) como profesional.
Para 60 millones de franceses será siempre el hombre de la final disputada en el Stade de France, en la que Francia arrolló a la todopoderosa Brasil por 3-0.
En Marsella, donde nació en 1972, es considerado como el mejor de los embajadores de la ciudad, aunque, paradójicamente, nunca haya jugado en el Olympique.
A los 14 años, jugaba ya en el Cannes. Antes de cumplir los 17, debutó en la máxima categoría, el 20 de mayo de 1989.
Cuatro años más tarde, fichó por el Burdeos y llegó a la selección el 17 de agosto de 1994, marcando los dos goles franceses contra la República Checa en Burdeos (2-2).
En 1996 sufrió su primera decepción, al perder la final de la Copa de la UEFA ante el Bayern Múnich.
Con la Juventus de Turín, la Supercopa de Europa, la Copa Intercontinental y dos Campeonatos de liga pasaron a engordar un palmarés al que todavía le faltaba la Liga de Campeones, tras perder dos finales consecutivas, en 1997 y 1998.
Llegó entonces el Mundial-98, la ocasión soñada por el centrocampista para conquistar definitivamente a Francia y al mundo. Terminó el año recibiendo el Balón de Oro, uno de los galardones individuales de mayor prestigio.
Operado de su rodilla en agosto de 1999, ganó la Eurocopa-2000 con los 'Bleus', y fue autor de los goles decisivos en cuartos de final y semifinales ante España y Portugal. Había alcanzado la cima.
En 2001, el francés se convirtió en el jugador más caro del mundo. Florentino Pérez, el ambicioso presidente del Real Madrid, se lo quitó a la 'Juve' por 75 millones de euros. Zidane se convirtió rápidamente en ídolo del exigente público madrileño. El artista se había convertido en un "galáctico".
La Liga de Campeones, que tanto se había hecho rogar para él, cayó rendida a sus pies en 2002, gracias a un gol perfecto, una volea con la zurda que dio la vuelta al mundo. Marca, el deportivo español, le comparó desde entonces con "Dios".
A los 30 años, Zidane se había convertido en la superestrella y la personalidad preferida por los franceses. Los contratos de publicidad y los millones de euros se amontonaban.
A falta de comprometerse en el terreno político, aunque condenó la presencia de la extrema derecha en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002 en su país, mostró su compromiso social con la asociación ELA, que lucha para vencer las graves enfermedades genéticas.
En 2002, con la llegada de un nuevo Mundial, Francia sólo tenía ojos para él. Pero el centrocampista galo se lesionó el muslo izquierdo a tres días del inicio, y cuando quiso reaparecer ya era demasiado tarde para las aspiraciones francesas.
Con el Real Madrid conquistó una nueva Liga en 2003, pero desde entonces las cosas fueron de mal en peor. El club merengue no ha vuelto a saborear un título, y en la Eurocopa-2004 no pudo evitar la eliminación en cuartos de final de los "Bleus" a manos de Grecia, a la postre campeón.
El día siguiente a esta derrota puso fin a su carrera internacional, aunque cambió de opinión en agosto de 2005 para ayudar a Francia a conseguir la clasificación para el Mundial-2006. Lo que no sabía es que Alemania-2006 no lo depararía la mejor de las despedidas.