Miles de inmigrantes marcharon por las calles enarbolando banderas y cantando consignas en demanda de mayores derechos para los extranjeros indocumentados. "Sólo somos trabajadores", gritaban.

No fue en Los Angeles, Chicago ni Atlanta. Fue en Buenos Aires, hogar de cientos de miles de bolivianos, en su mayoría ilegales, que cruzaron la frontera de uno de los países más pobres de Sudamérica en busca de oportunidades en su vecino más rico.

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Semanas antes de que millones de latinos marcharan por las mayores ciudades de Estados Unidos, los bolivianos tomaron las calles de la capital argentina en demanda de asistencia social y mejores salarios y condiciones de trabajo luego de que seis murieran en marzo en un incendio en un taller textil en el que eran sometidos a condiciones casi esclavas.

En Estados Unidos, los legisladores debaten el destino de sus 11 millones de inmigrantes indocumentados y no se ponen de acuerdo. Argentina, en cambio, resolvió el mes pasado poner en marcha un plan para legalizar en pocos meses a miles de los 750.000 inmigrantes de Bolivia, Paraguay y Perú que viven en el país.

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Brasil, que atraviesa una situación similar, está aplicando un plan parecido al argentino: ofrece a los bolivianos que ingresaron ilegalmente al país antes de agosto de 2005 una oportunidad para convertirse en residentes permanentes.

El plan argentino busca dar a los extranjeros casi los mismos derechos de los ciudadanos, reducir el mercado de trabajo en negro y registrar a los inmigrantes. Miles ya han iniciado los trámites de legalización que les permitirán obtener seguridad laboral y acceso a los servicios sociales.

Aunque el plan había sido aprobado por el Congreso en 2005, recién fue puesto en marcha después del incendio en el taller.

Argentina es una tierra de buenas intenciones y nosotros queremos que los que vienen aquí a trabajar sientan que están ayudando a construir el país y la región que soñamos, dijo días atrás el presidente Néstor Kirchner a los legisladores.

Una vez que los trabajadores han cumplido los requisitos de identificación reciben una residencia temporal por dos años que les otorga acceso a los mismos servicios públicos de los que gozan los argentinos. Luego de tres años pueden solicitar la residencia permanente.

El proceso de legalización es bastante sencillo en Argentina, dijo el vicecónsul boliviano Bruno Guzmán Soliz.

Los inmigrantes bolivianos elogian también el plan brasileño. Jorge Meruvia, un ex trabajador textil ahora devenido en líder de la comunidad boliviana de la ciudad de San Pablo, describió el mal pagado trabajo que generaciones de extranjeros han tenido que hacer para hacer valer sus derechos.

Un viernes puedo empezar a las siete de la mañana y trabajar todo el día. A medianoche todavía no descansé y sigo trabajando. El sábado trabajo todo el día, sin dormir. Pero hago mucho dinero, dijo.

Tanto en Argentina como en Brasil los opositores a los planes de legalización sostienen que sólo servirán para que más bolivianos abandonen su país y crezca la explotación. Pero los defensores argumentan que por largo tiempo los inmigrantes han cruzado las fronteras sin amnistías y que las nuevas leyes simplemente ayudarán a protegerlos.

Tenemos que reconocer que de todas formas van a venir porque quieren escapar de la situación en Bolivia, dijo Sonia Francine, legisladora de San Pablo.   Si pueden trabajar legalmente, mejor. Porque si son ilegales aceptarán cualquier cosa y tendrán miedo de ir ante las autoridades cuando se violen sus derechos, agregó.