Pese a su imagen dura y principios conservadores la popularidad del Papa no deja dudas: un millón de fieles se espera el miércoles próximo en el Vaticano para celebrar el primer aniversario de su elección y su encíclica Dios es Amor ha vendido 1,5 millones de copias.
El próximo miércoles 19 de abril, Joseph Ratzinger cumplirá su primer año como Papa bajo el nombre de Benedicto XVI, tiempo en el que ha ratificado los principios de la Iglesia Católica que, como director de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antigua Inquisición (1981-2005), ayudó a elaborar.
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Quizás en los últimos 20 años no hubo polémica católica en la que el actual Papa no haya estado involucrado, como la persecución a los seguidores de la teología de la liberación o la negativa al matrimonio de los sacerdotes.
Paralelamente, la Iglesia Católica ha sido criticada por no reconocer los cambios de actitud en la sociedad moderna: la creciente participación política de las mujeres contra la oposición al sacerdocio femenino; la rápida difusión del sida en África contra la prohibición de usar preservativos; los avances de la ciencia y la biotecnología contra la condena a la clonación y la investigación en células madre.
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El actual Papa siempre manifestó su oposición a los anticonceptivos a los que llama “intrínsecamente demoniacos”, definición que ha usado para calificar a la eutanasia, el aborto y el homosexualismo. Incluso, en la última campaña presidencial de EE.UU., aún cardenal, llamó a excomulgar a los políticos pro aborto.
En entrevista con el diario italiano La Repubblica el año pasado el Papa indicó que por culpa de la píldora anticonceptiva “el acto sexual ha perdido su intencionalidad y su finalidad” y criticó la unión homosexual, pues “el matrimonio tiene el fin de dar continuidad, no solo en sentido biológico, a la humanidad”.
Días antes de ser nombrado, Ratzinger condenó enérgicamente lo que calificó de relativismo religioso señalando que “tener una fe clara según la doctrina de la Iglesia es a menudo etiquetado de fundamentalismo”.
Es que el Papa es un hombre que no admite dudas desde el punto de vista doctrinario y es un fiel defensor de las raíces históricas del catolicismo y como tal critica el relativismo y a uno de sus defensores, el ex sacerdote Leonardo Boff.
“En esencia, él (Boff) decía que todas las iglesias eran lo que llamaba ‘fragmentos de la única y verdadera iglesia de Cristo’. Esto significa que ninguna Iglesia hace un pronunciamiento definitivo porque son solo fragmentos que representan una parte del total. Esto no es lo que el magisterio de la Iglesia enseña. El Concilio Vaticano estableció algo diferente”, afirmó Ratzinger en una entrevista al periodista Ed Stourton, de la BBC en 1999.
Las líneas de su pontificado están en la nueva Encíclica Deus Caritas est (Dios es amor), criticada por Juan José Tamayo, director de Teología de la Universidad Carlos III de Madrid en el diario El País, en marzo del 2006.
Tamayo dice que en el documento, la mujer es excluida –solo se la menciona como la creación de una costilla de Adán– y el eros es demonizado al indicar que debe seguir “un camino de ascesis, renuncia, purificación y recuperación”.
Destaca que Benedicto XVI se contradice al condenar el marxismo y la teología de la liberación, y proponer una doctrina social de la Iglesia como una indicación fundamental.
Resalta además la defensa que hace Benedicto XVI de la autonomía de las relaciones Iglesia y Estado, cuando “hay cardenales de la Curia española que intervienen constantemente en la política” al protestar contra el matrimonio homosexual y la no obligatoriedad de la enseñanza de la religión en las escuelas.
En ese contexto se incluiría su condena pública contra el aborto y el matrimonio homosexual en la campaña electoral italiana, en enero pasado.
Sus críticos también señalan que aun como papa, Joseph Ratzinger continúa en su papel de inquisidor que le llevó a suspender, cuando dirigía la Congregación de la Doctrina de la Fe a Boff por sus ideas sobre Teología de la Liberación a la que calificó de herejía y de representar “una visión política e ideológica sesgada (...) una suerte de teocracia en la cual Dios prácticamente no juega ningún papel y es reemplazado por los requerimientos ideológicos del marxismo.
En efecto, en enero pasado el Vaticano ordenó el cese del jesuita Juan Masiá de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid, autor del libro Tertulias de Bioética y defensor del uso responsable de métodos anticonceptivos y preservativo.
Quizá para suavizar por su imagen polémica y su duro carácter, Benedicto XVI ha buscado el contacto con los jóvenes como lo hizo en agosto del 2005 cuando fue recibido entusiastamente por 800 mil de ellos en el Encuentro Mundial de la Juventud que se realizó cerca de Colonia en su natal Alemania, que aún estaba sorprendida por su elección.
Es que el Pontífice ha dicho constantemente que considera a los jóvenes católicos como el futuro de la Iglesia frente a los peligros del secularismo, sobre todo en Europa.