El gobierno de Estados Unidos protestó el viernes  enérgicamente por la agresión de su embajador en Caracas, William Brownfield,  dijo que no será intimidado y advirtió que habrá "severas consecuencias  diplomáticas" si un incidente de este tipo vuelve a repetirse.
  
El subsecretario de Estado Nicholas Burns llamó por teléfono al embajador  venezolano en Washington, Bernardo Alvarez, y le dijo que "esto era un intento  auspiciado por el gobierno (de Hugo Chávez) para intimidar al embajador  Brownfield y a la embajada estadounidense", indicó a la AFP Sean McCormack,  portavoz del Departamento de Estado.
  
En su llamado, que fue hecho a pedido de la secretaria de Estado,  Condoleezza Rice, Burns sostuvo que la agresión con huevos y frutas contra el  auto que trasladaba a Brownfield fue "una violación indignante de la Convención  de Viena (...) claramente  condonada" por el gobierno venezolano, añadió el  portavoz.
  
"Nick (Burns) dijo al embajador venezolano que hacemos responsable al  gobierno de Venezuela por la seguridad del embajador y que si un incidente de  este tipo vuelve a repetirse habrán severas consecuencias diplomáticas entre  los dos países", señaló McCormack.
  
"Dejamos claro que no seremos intimidados", precisó.
  
La tensa situación se generó cuando el embajador llegó a un estadio de un  barrio popular en el sur de Caracas para hacer una donación a un equipo  infantil de béisbol.
  
Un supuesto funcionario de la alcaldía mayor de la ciudad le impidió el  ingreso al lugar, alegando que no tenía permiso. Ante esta presión y la de  otras personas que se presentaron allí asegurando que eran empleados de la  administración de la ciudad, Brownfield se vio obligado a retirarse.
  
Cuando el embajador ingresó a su vehículo, éste fue blanco de huevos y  frutas, indicó la agregada de prensa de la embajada estadounidense, Salomé  Hernández.
  
Los manifestantes le gritaban: "Fuera gringo, fuera golpista, fuera  basura", según imágenes transmitidas por la televisora Globovisión.
  
La agregada de prensa de la embajada añadió que "personas en motocicletas  persiguieron el automóvil del embajador durante 15 o 20 minutos", pegándole y  pateándolo en la carretera de regreso a Caracas.
  
El embajador Brownfield invitó al diálogo a esos manifestantes, en  declaraciones posteriores a la prensa.
  
"Acepto el derecho en cualquier parte de Venezuela a la protesta y a la  manifestación. Lo que no acepto es la violencia, el secuestro y que un grupo de  personas me diga con quien debo reunirme", afirmó el embajador.
  
"Ojalá que en el futuro estos grupos estén dispuestos a dialogar conmigo",  añadió.
  
En los últimos meses, grupos de chavistas protestaron la presencia de  Brownfield mientras visitaba los estados occidentales de Guárico, donde fue  cercado en un edificio durante algunas horas, y Yaracuy; y la turística isla de  Margarita (noreste).
  
Hernández, por su parte, indicó que Brownfield "reiteró que va a seguir  viajando y no canceló ninguna actividad".
  
La diplomática recordó que según la convención de Ginebra de 1961, los  gobiernos "tienen la responsabilidad de proteger a los diplomáticos y darles  libertad para viajar por el país".
  
Las relaciones entre Caracas y Washington se mantienen tensas.
  
Chávez ataca pública y sistemáticamente al presidente estadounidense George  W. Bush, a quien acusa entre otras cosas de haber apoyado un golpe de Estado en  su contra.
  
El gobierno estadounidense, por su lado, acusa a Chávez de ser una amenaza  para la estabilidad de la región y deplora su amistad con el presidente cubano  Fidel Castro.
  
Venezuela es el cuarto proveedor de petróleo de Estados Unidos, con 1,5  millones de barriles por día, y tiene en ese país ocho refinerías.