Existe libertad de prensa y eso implica leer aseveraciones que jamás podría compartir.
El éxito histórico de la agroindustria norteamericana ha sido y es la estrategia de subsidiar su desarrollo agrícola hasta convertirse en el vendedor más próspero del mundo, y no termina en eso. Los frutos económicos, a través de los impuestos, engrosan las arcas del Estado, en cambio en nuestro país existe un subsidio soterrado hacia el agricultor pequeño que solo lo ofertan en las crisis de inundaciones y sequías, pero jamás se anticipan para paliar esos desastres.

¿Cuántos años ha perdido Ecuador al pagar miles y miles de dólares en aranceles  por miles de importaciones que recibe de Estados Unidos? ¿Cómo puede hablar que ya no sembraremos maíz porque toda esa gramínea la recibiremos y a menor precio, si nunca sembramos mazorcas como Dios manda? Insistimos en sembríos tradicionales que toda la vida nos dieron dolores de cabeza y su productividad nunca ha pasado del 40%.

La competencia de ahora en adelante es sembrar y cosechar productos agrícolas vendibles y exportables, y no argumentar sofismas de campaña. Francia, Inglaterra y Alemania están constatando el pavor del exceso de migrantes de sus antiguas colonias.
Los ecuatorianos no necesitarán la firma de un TLC para escapar en busca de fuentes de trabajo. De los 15 millones de mexicanos que pretenden  por el mismo propósito ingresar indocumentadamente a  Estados Unidos, 12 millones son latinoamericanos, y por patrioterismo barato a ningún país del mundo se le puede negar sus derechos a no ser invadido.

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Seguiremos siendo paupérrimos si insistimos en nuestros errores y flaquezas, si seguimos permitiendo que hordas de ecuatorianos provinciales se desplacen del campo hacia Guayaquil y Quito, sin aceptar que empresas transnacionales poderosas les den trabajos electrónicos e industriales en sus provincias, como se lo hace en Indonesia, Filipinas, etcétera, como inicio descomunal de su desarrollo.

Ing. Carlos Saavedra Idrovo
Guayaquil

Ecuador y Estados Unidos se están ocupando de concretar el TLC, que significa Tratado de Libre Comercio ( y no “Todos Los Corruptos”).

El país del norte ya lo firmó con Perú, Colombia y América Central. Pero aquí existen dos países, el de los pueblos indígenas y originarios que lo satanizan porque saben que con el TLC van a ser más pobres de lo que son ahora, y el país de los empresarios que lo endiosan porque saben que con dicho Tratado van a ser más ricos de lo que ya son.
Cada país se manifiesta con lo que tiene, los indígenas cortando rutas y los empresarios organizando festivales fashion con los ricos y famosos; y en el medio de las dos naciones un Gobierno herido de muerte, que más que firmar va a capitular sin bandera blanca.

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Daniel Poggi Liberman
Guayaquil

Veo espantada cómo la propuesta del TLC, que es un tema de sumo cuidado en cuanto a su análisis y conveniencia, es expuesta a medias tintas a los ciudadanos; y para rematar, creyéndolos tontos, miembros de la Cámara de Comercio de Guayaquil pretenden vender la idea de lo conveniente que resultaría firmar este acuerdo, al ritmo de la salsa y de la chicha, hechos que hace mucho tiempo no veíamos en la ciudad.

Las bufonadas, la salsa y la chicha no son medios decisorios para los guayaquileños, ciudadanos inteligentes que deploramos que nos tomen como tontos útiles, de parte de un sector que requiere a gritos –y por lo que veo a toda costa– que se firme este acuerdo.
Les va a doler por jugar con la ciudadanía. Luego dirán, ¿quién pierde más?

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¿Por qué no gastan esos 90 mil dólares en ayudar a los damnificados por las lluvias en el país?, ¡eso sería lo más digno de una institución guayaquileña!

Wendy Espín Guerra
Guayaquil