Tuve la oportunidad de verlo jugar en aquellos tiempos del viejo estadio Capwell que jamás se irán de mi memoria.

Jorge Rodríguez era el alero derecho de una delantera memorable que quedó registrada en la historia del fútbol ecuatoriano como el Quinteto de Oro: Jorge Mocho Rodríguez, Enrique Pajarito Cantos, Sigifredo Chuchuca, José Pelusa Vargas y Guido Andrade.

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Fue uno de los hombres que forjaron la idolatría del Barcelona y lo llevaron a ser famoso internacionalmente.
El 31 de agosto de 1949, en el Capwell, ese equipo criollo derrotó 3-2 a uno de los más grandes equipos que hayan existido en el planeta, el Millonarios de Alfredo Di Stéfano, Néstor Raúl Rossi y Adolfo Pedernera.

Esa noche, la más gloriosa de la vida torera, el Mocho Rodríguez alineó en el puesto que pertenecía a Chuchuca porque el aguerrido Cholo se reponía de una pulmonía.

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Rodríguez llegó del California, un equipo de segunda división, y su escuela había sido la calle. En Machala y Diez de Agosto aprendió los secretos del balompié y se convirtió en un crack.

Ante Millonarios
Era pequeñito pero extremadamente hábil y veloz. Además, tenía un arma que nadie pudo usar con la clase del Mocho, picaba con el balón y frenaba a raya para hacer pasar de largo a los marcadores. Era astuto en el área y ya tenía fama de goleador cuando llegó al Ídolo del Astillero.

Su consagración fue aquella noche del 31 de agosto ante Millonarios. Barcelona formó su delantera con el Negro José Jiménez, Cantos, el Mocho Rodríguez como centro delantero, Pelusa Vargas y Andrade.

Cantos marcó el primer gol y empató el Maestro Pedernera. Di Stéfano puso en ventaja a los colombianos y así fueron al descanso. Al reanudarse el juego Cobo Zuloaga cedió un tiro de esquina que cobró Vargas con maestría. El Mocho amagó al gigante Rossi y lo dejó pagando. Solo frente al arquero Gabriel Ochoa Uribe y lo fusiló para igualar. Después, Víctor Lindor anotó el gol del triunfo barcelonista.

Campeón torero
El Mocho fue campeón con Barcelona en 1950 y 1955 y estrella de su generación. Enfrentó con la divisa oro y grana a los grandes equipos del continente y una lesión le impidió vestir la casaca ecuatoriana en la Copa América de 1953. Era un surtidor de alegría en cualquier sitio adonde llegaba.

Nunca lo vi triste a mi viejo amigo el Mocho Rodríguez que se despidió de la vida el pasado viernes 17 de marzo. Que Dios sea generoso con esa figura que nos dio tanta belleza como futbolista y tantas lecciones como ser humano.