Rusia se comprometió esta semana a convertirse en un proveedor fundamental de petróleo y gas a China, un gigante con crecientes necesidades energéticas, y confirmó así la nueva orientación asiática del gobierno de Moscú.
El presidente Vladimir Putin, en visita oficial a China, anunció que su país prevé la construcción de un sistema de gasoductos para que el gas ruso transite en 2011 hacia la nación asiática.
Según Alexei Miller, presidente de Gazprom -el casi monopolio ruso que controla una cuarta parte de las reservas gasíferas del mundo- dos gasoductos suministrarán a China 80 millones de metros cúbicos de gas anuales.
China, gran consumidor de energía y segundo consumidor mundial de petróleo (después de Estados Unidos), desea diversificar sus fuentes de abastecimiento y lleva a cabo iniciativas en todos los frentes, multiplicando los acuerdos con los proveedores, como hizo en diciembre con Arabia Saudita, el primer exportador mundial de crudo.
Por su parte, Rusia, segundo exportador mundial de crudo y primer proveedor de gas, intenta buscar nuevos mercados al margen de Europa Occidental, muy dependiente del gas ruso (25% del consumo europeo).
El acuerdo sobre los gasoductos, al que se suman otros convenios entre compañías nacionales de los dos países, demuestra un refuerzo de la cooperación energética entre Moscú y Pekín, que incluye el gas, el petróleo, la electricidad o el sector nuclear.
"Para los rusos, Asia, y China en particular, se convierten en consumidores de energía tan importantes como Europa. El consumo energético de China aumenta muy rápidamente, a diferencia del de Europa, que quiere diversificar y ahorrar su energía" subraya Dmitri Trenine, de la Fundación Carnegie.
El ministro ruso de Energía e Industria, Viktor Khristenko, había asegurado en entrevista a la prensa rusa en febrero que Rusia prevé "reorientar radicalmente sus volúmenes de exportación de gas y petróleo hacia la región Asia-Pacífico, de aquí a 2020".
Hasta hace poco, Rusia exportaba exclusivamente sus hidrocarburos al mercado europeo. Pero Moscú ya comenzó a aumentar sus suministros de petróleo crudo a China, por vía férrea, que este año serán de unos 15 millones de toneladas, el doble que en 2005.
Sin embargo, China -que importa 40% de su petróleo de Medio Oriente y pretende diversificar su abastecimiento- no consiguió durante la visita de Putin a Pekin un compromiso formal de que el futuro oleoducto ruso Siberia-Pacífico, destinado al mercado japonés y del Pacífico, se dote de un ramal hacia territorio chino.
"Rusia ha hecho un gesto hacia China, pero tampoco está dispuesta a darle todo", opina Christopher Weafer, analista del banco Alfa de Moscú. Según él, en este caso Japón e India también se beneficiarían del suministro de petróleo ruso.
"Rusia quiere vender su petróleo a varios clientes en competencia, para que los precios no bajen", como podría ocurrir si dependiera de un cliente único, explica Dmitri Trenine.
Sin embargo, los analistas se interrogan sobre las reales capacidades de las compañías energéticas rusas -controladas mayoritariamente por el Estado- para suministrar rápidamente a sus clientes asiáticos los volúmenes de hidrocarburos prometidos.
"¿Habrá bastante petróleo en Rusia para llenar dos ramales del futuro oleducto Sibería-Pacífico? ¿Habrá suficientes medios financieros para la prospección y la extracción de nuevos yacimientos de gas y petróleo?", se preguntó Dmitri Trenine .
Además, Japón y Corea del Sur deberían recibir ya las primeras entregas de gas natural ruso, a partir de 2008, procedente de la isla de Sajalin.