Uno de cada 500 niños nace con el defecto en el Ecuador, según un informe de Operación Sonrisa.  Tres misiones llegaron en lo que va del  año a operar.

No existe un estudio sobre las causas que pueden producirlo,  pero sí cifras que demuestran una mayor incidencia en Ecuador que en otros países.

Los defectos de labio leporino y paladar hendido se presentan en aproximadamente uno de cada 1.000 bebés. En el país –según un informe de la fundación Operación Sonrisa– uno de cada 500 niños nace con el problema.

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Gloria Vera, cirujana plástica del hospital León Becerra, respalda las cifras. Indica que el problema se evidencia a diario en el área de consulta externa, donde se evalúa a los pacientes para someterlos a una operación, que es la única opción de cura.

Solo esa casa de salud opera a la semana a dos o tres pacientes –de manera gratuita– por intermedio de la fundación Rostros Felices. Sin embargo, aclara la especialista, cuando se hacen campañas la cifra llega hasta  diez por día.

Esta semana se efectuó una, la denominada Operation Rainbow, en la que catorce doctores de la Universidad de Illinois y del hospital Carle Clinic operaron aproximadamente a 50 niños.

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En lo que va del año se han realizado más campañas: Rainbow y El Cielo para los niños, en el hospital Francisco de Ycaza Bustamante; y Ecuadent, en el Naval. Y se anuncia otra: la Medical Mission for Children International de Boston, que se desarrollará del 26 de marzo al 2 de abril en el hospital Roberto Gilbert Elizalde, para lo cual ya hay 78 preseleccionados.

Vera señala que el labio leporino y paladar hendido son males congénitos (se nace con ellos) en los que no se cierran estas estructuras de la boca por alteración en algún gen.

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“Se lo asocia a un déficit nutricional de la madre, pesticidas, factores hereditarios durante el periodo embrionario que, entre la semana 8 y 12, impiden que el labio y el paladar se fusionen”, indica.

El médico Byron Escobar, del hospital Naval y quien intervendrá en la misión que llegará al Roberto Gilbert, indica que también pueden influir la desnutrición y la exposición a químicos, y que se presenta más en la raza indígena.

Por eso se recomienda el consumo de alimentos que contengan ácido fólico, como el brócoli, para prevenir las malformaciones.

Guadalupe Ramírez está convencida de que el contacto con químicos del banano que tuvieron ella y su esposo causó el problema en su hija Isabel Yépez, de 17 años.

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“Yo lavaba la ropa que mi esposo usaba en las plantaciones y a veces me quedaba mucho tiempo con ella”, cuenta la mujer, quien el pasado miércoles acudió con su hija al León Becerra para corregir estéticamente el labio y separar dos dedos del pie derecho que nacieron pegados.

La joven fue intervenida a los 8 meses de edad del labio leporino y al año y medio de paladar. Ahora, por su crecimiento, es necesario mejorar la cicatriz exterior.

Escobar explica que para corregir el defecto es necesario realizar tres o cuatro cirugías, que implican además reconstrucción de la forma de la nariz (se la levanta un poco) y de avance del maxilar.

Vera indica que por la fisura en la encía, en algunos casos, los dientes caninos no crecen o lo hacen hacia un costado. Ahí es cuando se hace necesario un injerto de hueso, que suele hacerse a los 7 años.

La cirugía de labio se puede realizar a partir de los tres meses. Después de los nueve meses se puede hacer la de paladar y, desde los cuatro, para mejorar la estética.

El costo de una intervención de labio o paladar fluctúa entre 2.000 y 3.000 dólares, coinciden los médicos.

Por eso la ventaja de estas misiones, considera Escobar.

Alicia Condo, representante de la fundación Nahim Isaías, dice que las misiones no solo incluyen cirugías. Algunos también terapias de lenguaje.

Isabel necesitó de algunas a los 2 años. Ahora habla sin complicaciones, pero el complejo que le causaba en sus primeros años hizo que nunca quisiera asistir a la escuela.