Mientras Giovanni Asanza tiene planes de comprar tierra y volver a producir banano, su suegro Pedro Alvario asegura que su legendaria línea de trasportar banano, agoniza.
En 1964 inició con un camión la travesía que en ese tiempo era llevar de las fincas a los puertos la fruta, con excelentes resultados para convertirlo en el mayor transportista de la provincia. Cita él que hasta finales del siglo pasado el servicio era permanente, hasta cuando empezaron a sacar el producto desde las empacadoras en contenedores y desde que las grandes bananeras adquirieron sus propias unidades.
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“De 150 viajes semanales a Puerto Bolívar, Guayaquil y Puerto Nuevo, a la presente no contrato ni 20. Otros transportistas improvisados vienen con tarifas más bajas y aquí lo que toca es resistir, no competir”, observa resignado.
Mientras Alvario cobra el flete de 500 cajas en $ 100 desde Baba hasta el puerto de Guayaquil, los otros acarrean por $ 80.
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Recuerda que antes era muy distinto. No había tanta exigencia de las exportadoras con el acondicionamiento de los vehículos y ellos participaban más de la actividad bananera al trasladar cepas, cartones e insumos agrícolas.
Tiene la esperanza que sea algo transitorio hasta que su competencia no pueda seguir por costos.
Es su única alternativa porque, desde su punto de vista, el ciclo corto en la provincia está terminado y no hay dinero para sembrar. Dice que la situación no es tan adversa para sus colegas en Quevedo, porque estos están organizados.