Filipinos comenzaron ayer a enterrar en una fosa común a las víctimas del deslave ocurrido el viernes.

Mientras, los socorristas, con ayuda de perros, cavaron ayer en la zona donde una escuela primaria fue sepultada por un deslave, sin encontrar indicios de que haya sobrevivido alguien, dos días después de que ocurrió la tragedia.

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Se estima que  en la escuela había entre  250 y  300 personas, incluidos niños y profesores, cuando ocurrió el deslizamiento de tierra.

Los trabajadores de rescate recuperaron más cadáveres en esta comunidad agrícola donde perecieron  1.800 personas, sepultadas. Mientras, ayer cinco personas murieron por un alud ocurrido en otra zona de Filipinas.

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Autoridades indicaron ayer que hay  1.371 desaparecidos.

La búsqueda de sobrevivientes se concentró en la escuela, ante los reportes no confirmados de que algunas personas en el interior habían enviado mensajes de texto por teléfonos celulares a sus familiares luego del desastre.

Las brigadas de rescate luchaban bajo las persistentes lluvias en busca de los  253 niños y los empleados que tras el deslave quedaron atrapados en ese plantel.

En tanto, buques militares estadounidenses, que transportaban a  1.000 infantes de marina, llegaron ayer a la costa de la isla de Leyte para  ayudar en la búsqueda.

En el Vaticano, el papa Benedicto XVI oró ayer por las víctimas del alud y por sus familiares, al término de la oración del ángelus en la  plaza de San Pedro.

“Nuestros corazones están con aquellos que sufren las consecuencias  devastadoras del corrimiento de terreno en Filipinas”, dijo dirigiéndose a los fieles en esa plaza.