Desde hace 35 años con mi familia –en esos tiempos mis hermanas y padres, y hoy con mi esposa y mis hijos– viajo permanentemente a Salinas y puedo dar fe de sus avances y retrocesos, uno de estos (me refiero al retroceso) que para todos es el principal, es el tema de la playa.

Recuerdo que frente a la Capitanía del Puerto, la altura que había desde el borde del malecón hasta la arena era de aproximadamente cuatro metros, con un área de playa en marea baja inmensa y se podían ver los troncos del muelle de la vieja refinería. Hoy, todos vemos con mucha pena que desde la Capitanía del Puerto hasta el Yacht Club los turistas tienen que colocar los parasoles en el malecón porque las olas revientan muy cerca del muro que está a punto de desaparecer, pues en cada aguaje el mar llega hasta la calle.

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Eso no es por la naturaleza, es producto de varios años en los que se fue ampliando el espigón de dicho club, prácticamente a vista y paciencia de todos, esto incluye también a las autoridades de turno de la Capitanía. Sería bueno saber qué estudio de impacto ambiental se realizó, qué mecanismo utilizan para los desechos sólidos y qué dicen del daño a la fauna marina. Sobre esta problemática hace unos días leí en este mismo Diario que entre los proyectos del Municipio de Salinas está destinar algo más de $ 1’400.000 para  la recuperación de la playa en una primera etapa, y deberíamos preguntarnos cuál será el aporte económico de este club en la solución a un problema causado por su propia expansión. Esperamos en las próximas décadas no tener que ver el faro del espigón del club frente al barco hundido.

Leonidas Carreño Fabre
Guayaquil

Los que estuvimos el pasado fin de semana en Salinas fuimos testigos del descuido en que se encuentra este balneario. Bastaron unas lluvias y se anegó, doy unos pocos ejemplos: avenida Segunda y calle Rafael de la Cuadra; avenida Segunda, atrás del hotel Calipso; avenida Segunda y José Robles Borrero; salida a la carretera por la calle Segunda (con baches); ni qué decir de los barrios pobres como Seis de Junio, Nueve de Octubre, Rocafuerte, que son todo un desastre y nadie dice nada.

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Los impuestos prediales se han triplicado, la delincuencia  cada día  aumenta, los solares vacíos son focos de infección y refugio de malandrines... ¿por qué los organismos gubernamentales responsables no intervienen?, ¿por qué la ciudadanía no alza altiva su voz? Acá en Guayaquil, en cambio, todos o la inmensa mayoría, estamos orgullosos de esta ciudad por la labor del Alcalde;  nuestro dinero lo tocamos en las obras, lo pisamos en las calles, por dondequiera que vamos  hay acción.

Llamo a todos los que piensan igual, a reaccionar, protestar en los  medios de comunicación (prensa, radio y televisión) para que acojan el clamor ciudadano por Salinas.

Luis Manrique T.
Guayaquil