La pareja Teherán-Damasco parece en condiciones de poder superar las presiones internacionales pese a su aislamiento, a los temores de desestabilización de Siria y a la amenaza de sanciones contra Irán por su programa nuclear, según afirman los analistas.
  
La "extraña pareja", que ya lleva 35 años, volvió a dar prueba de su unión en la visita de dos días del presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, a Damasco, donde este viernes se entrevistó con líderes de los grupos radicales palestinos Hamas y Yihad Islámica.
  
La actual crisis política en Israel -con el primer ministro Ariel Sharon en coma desde hace unas tres semanas y unas elecciones anticipadas convocadas para el 28 de marzo-, la guerra en Iraq y el alza del petróleo son bazas a favor del  tándem Teherán-Damasco, según los expertos.
  
"Estuvimos de acuerdo en todos los temas", declaró el jueves el presidente sirio, Bachar Al-Assad.
  
"Nuestras relaciones son sólidas y profundamente arraigadas", le hizo eco el ultraconservador Ahmadinejad, para el que Damasco y Teherán "comparten las  amenazas" de Estados Unidos y la comunidad internacional.
  
Ambas capitales tienen en común a los mismos adversarios: Israel y Estados  Unidos.
  
"Incluso si sus relaciones no son estratégicas, ya que Irán es una potencia regional pero no Siria, lograron vencer la prueba del tiempo", aseguró un diplomático occidental que quiso permanecer en el anonimato.
  
Desde su posición como cuarto productor mundial de petróleo, Irán resiste a las presiones internacionales desencadenadas por la reanudación de sus actividades de enriquecimiento de uranio y está en posición de señorear en las negociaciones con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
  
"Las presiones sólo benefician a Irán (...) porque revelan la ausencia de  unidad de la comunidad internacional", consideró Sanam Vakil, un experto en  Oriente Medio de la universidad John Hopkins en el diario libanés The Daily  Star.
  
Para Vakil, "mientras la comunidad internacional condena y amenaza,  Ahmadinejad explota la debilidad de las opciones de ésta en favor de Irán".
  
El presidente sirio hundió el puñal en la crisis entre Occidente e Irán al pedir a Israel que de ejemplo renunciando a su armamento nuclear y crear una zona libre de armas de destrucción masiva (ADM).
  
Además, la retórica de Ahmadinejad "es bien acogida en las calles árabes, sobre todo entre los países aliados de Teherán", añadió el experto.
  
Con su visita a Damasco, Irán busca el fortalecimiento de su alianza con Siria, que se remonta a la guerra irano-iraquí (1980-88), mientras el mundo árabe carece de una estrategia común y vive en el temor a la inestabilidad.
  
En cuanto a las relaciones sirio-israelíes, "el final de la época de Sharon puede ser que para los dirigentes sirios nuevas perspectivas, con más incertidumbre en Israel (...) y una mayor preocupación de Washington por la inestabilidad en la región", analizó el politólogo Hussein Agha, en una entrevista con el diario francés Le Monde.
  
Con respecto a Iraq, Por último, Damasco y Teherán tuvieron con respecto a  Iraq palabras tranquilizadoras al apoyar "el proceso político en curso" y hacer un llamamiento a la retirada de las fuerzas extranjeras del país.
  
Esta identidad de visión, sin embargo, esconde unas opuestas prioridades con respecto a Iraq, ya que Irán es chiíta y Siria sunita.
  
"Pese a su alianza, el respectivo peso de Siria e Irán es demasiado diferente para que constituyan un verdadero eje", atemperó un diplomático occidental.
  
De hecho, Damasco tiene menor capacidad de resistencia a las presiones  occidentales que Teherán.