En el bloque 3 de Bastión Popular (en el norte de la ciudad) muchos  niños están acostumbrados a caminar sin zapatos y a jugar en medio del monte que crece entre los canales de aguas negras.

En ese sector  vive Giovanni Plúas, de 19 años. En el primer trimestre del 2005 estuvo internado en el hospital de Infectología a causa del dengue hemorrágico. “Menos mal no perdí mi trabajo”, manifiesta, el joven que labora en una empacadora.

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Plúas recuerda que su caso era grave y que le aplicaron más de 30 sueros. “Gracias a Dios pude salir adelante”.

Su hermano Jairo, dos años mayor que él, adquirió dengue casi al mismo tiempo. “Ahora estamos bien, yo me casé y voy a tener un bebé pronto”, comenta Giovanni, quien gastó más de $ 200 para lograr su recuperación.

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Sin embargo es “consciente de las necesidades” del lugar donde habita. Quienes viven allí aseguran que en las noches los mosquitos “se alborotan”, lo que afecta principalmente a los niños.

“No hay fumigación, pero ojalá esos insectos no causen dengue por acá”, finaliza.