Una vez más nos encontramos frente a la celebración del cumpleaños de Jesús y, como es la costumbre, todos los que pueden se preparan para tan “importante” acontecimiento. Lo de importante va entre comillas no porque no crea que es importante, sino porque para muchos es solo una oportunidad para comer, beber, vestir bien, dar regalos, y no necesariamente la grata recordación de la encarnación del Hijo de Dios, expresión de la gracia divina.
En medio del desenfreno comercial debemos preguntarnos: ¿Qué es lo que realmente necesitamos para tener una Feliz Navidad?
Aunque el comercio de la temporada pretenda hacernos creer que debemos disfrutar de aquel producto especial, aun cuando signifique deudas; la Feliz Navidad no depende de lo externo, de las luces, los colores de moda, ni de lo voluminoso de los regalos, depende de lo interno, de la sensibilidad del alma para percibir el mensaje del amor del Padre Eterno que nos envió a su Hijo para acercarnos la buena voluntad y la paz divina.
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Carlos Miranda Medina
Guayaquil