La ejecución del reo Stanley Tookie Williams después  de que el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, le negara clemencia, ha reabierto el debate en Estados Unidos sobre la pena de muerte y la posibilidad de la redención.

Williams, de 51 años, murió ejecutado por una inyección letal a primera hora del pasado martes.

Su deceso llega después de que el cofundador de los Crips, una de las pandillas más violentas de Los Ángeles en la década del setenta, fuera condenado a morir por el asesinato de cuatro personas.

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También llega después de que en las últimas dos décadas Williams se transformara desde la cárcel en uno de los mayores luchadores contra la violencia de las pandillas callejeras.

Los nueve libros para niños que escribió en su larga estancia en prisión le valieron una nominación al Nobel de Literatura. La semana pasada fue propuesto por sexta vez seguida para el Nobel de la Paz por su trabajo contra la violencia callejera.

Aun así, todos los recursos legales se vieron agotados sin  resultado alguno a la hora de salvar a Williams de una ejecución que muchos consideran una maniobra política.

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Sin negar su pasado como pandillero de los Crips, nunca aceptó su culpa en los crímenes que se le imputaban. Tampoco pidió perdón por estas muertes pese a que eso pudo jugar a su favor.