Son las 09h15. Con una cámara de televisión fabricada de cartón y mucho ingenio, el payaso Rasputín aborda un bus de la línea 57 y comienza su rutina. No recuerda –o no sabe– que hoy es el Día Internacional del  Payaso. Él solo quiere hacer reír a las personas y ganarse unos centavos.

“¡Papá!, mi mamá manda a preguntar por qué no has ido estos días”, le dice al conductor de la unidad para que le permita subir y entretener a los pasajeros. El chofer suelta una sonrisa entre dientes y con un gesto, le da una respuesta cómplice.

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Rasputín, cuyo nombre real es Freddy Orlando Vélez Navarrete, de 43 años, actuó con total naturalidad durante unos 10 minutos para unas 25 personas que venían en la unidad.

“Luego del espectáculo, viene la parte más triste: la paga de la diversión. Aquí no se les obliga una cantidad fija y se recibe lo que es su voluntad”, dijo al público el bufón.

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Antes de la presentación, Vélez –quien se siente más cómodo cuando le llaman por su nombre artístico– indicó que se inició en este oficio hace 18 años cuando un compañero, llamado Tijera, lo invitó a probar suerte.

“Dejé mi trabajo como vendedor para hacer lo que de verdad me gusta. Gano lo que Dios quiera que me caiga, aunque percibía más plata en mi trabajo anterior”, señaló el hombre, que tiene seis hijos entre los 13 y 7 años.

Contó Rasputín que tuvo la oportunidad de trabajar en el circo de los Hermanos Fuentes Gasca. “Fue una experiencia maravillosa. Cuando estaba en la pista me sentía más grande, en las alturas, me emocionaba mucho”, recordó.

El personaje, vestido con un holgado pantalón verde y una camisa del mismo color, peluca y una gorra fucsia continuó su camino en el bus, a la espera que el reloj marque las 17h00 para regresar con su familia y retomar el rol del payaso Freddy Vélez.

Trabajo
Con la misma profesión, pero sin pintura y vestidos con jeans y camiseta, cinco hombres entre 25 y 50 años esperaban con un álbum de fotografías en las manos, la llegada de un potencial cliente en las afueras del almacén La Raspa, en Clemente Ballén y Boyacá.

Vicente Muñoz, presidente de la Asociación de Payasos de la provincia del Guayas –que agrupa a 80 socios–, indicó que a pesar de los cambios en la sociedad, el oficio no ha decaído y resaltó la frase: “Si en una fiesta no hay un payasito, no hay celebración”.

Muñoz agregó que para celebrar su día tienen previsto realizar una reunión. “Ya no haremos el tradicional desfile”, lamentó. Payasos famosos en Guayaquil son: Frejolito, Cartuchito, Cepillín, Tico Tico y Copito.