Nuestro país rememora hoy el cincuentenario del fallecimiento del guayaquileño Juan de Dios Martínez Mera, quien ejerció la Presidencia de la República entre diciembre de 1932 y octubre de 1933.

El personaje nació en marzo de 1875; sus padres: el pedagogo Tomás Martínez Ávalos y Florinda Mera. Recibió esmerada educación y fue alumno del colegio San Vicente del Guayas (Vicente Rocafuerte); en la Universidad de Guayaquil  cursó estudios de jurisprudencia.

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Acción política
Participó en campañas  propugnadas por el liberalismo  y ejerció varias funciones: tesorero de Hacienda, secretario del Concejo Cantonal de Guayaquil, presidente de la Cámara de Diputados, ministro de Hacienda, entre otras. Perteneció a la Junta de Beneficencia de Guayaquil, Comité Patriótico de Guayaquil, Sociedad de Puericultura. Militó en el Partido Liberal Radical y fue gerente de Sociedad Agrícola e Industrial C.A.

Después del golpe militar contra el presidente Isidro Ayora Cueva en agosto de 1931, surgieron penosos hechos. Se nombraron encargados del Poder, que no lograron la paz y estabilidad anheladas,  pues llegó a la pelea fratricida en la Guerra de los Cuatro Días.

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Realizadas las elecciones ganó Martínez Mera, quien  enfrentó la oposición que en el Congreso  lideró José María Velasco Ibarra. La pugna se vio en la descalificación de varios ministros de Martínez, que por la situación se alejó de sus  funciones y también porque el Congreso declaró ‘vacante’ el cargo. Lo sustituyó el ministro de Gobierno, Abelardo Montalvo.

El  Parlamento  Nacional quince años después reconoció que Martínez Mera “había desempeñado el cargo con dignidad, honradez y patriotismo relevante”. Una frase admonitiva del ex primer magistrado consignó: “Por destruir un  hombre, han destruido un principio. Los futuros presidentes  o tienen que convertirse en instrumentos de la mayoría parlamentaria, o pasar a la historia con la corona de la destitución”.

Juan de Dios Martínez Mera murió en Guayaquil el 27 de octubre de 1955.