En estos locales se hicieron los  arreglos para fiestas y homenajes póstumos.

Ahora que es común hablar de florerías para la compra directa u ordenar la confección de ramos, coronas y arreglos florales y así cumplir con los compromisos sociales, aquello se encargó un poco antes de la segunda mitad del siglo XX a los ‘jardines’, que en la ciudad existían numerosos en las cercanías del cementerio general y los barrios del Astillero, Cuba y otros sectores.

Los ‘jardines’ ocupaban extensos solares de las manzanas y quintas. Allí, entre árboles frutales, florecían rosas, lirios, geranios, chabelas, jazmines del cabo, laureles, orquídeas, peregrinas y tulipanes. Asimismo, la cananga, vara de la justicia, campana, el Corazón de Jesús y palmas de varias clases que se utilizaban para confeccionar los encargos de clientes e interesados.

Tampoco faltaban plantas medicinales como la zábila, rosa de muerto, hoja del aire, verdolaga, hierbaluisa, el toronjil, ruda de gallinazo, escancel, menta, hierba buena, paico, llantén y otras tantas que cuando escaseaban en los maceteros, tarros y bacinillas viejas que proveían a los hogares de estratos altos y populares, los vecinos las compraban allí para sus ‘gloriados’, ‘agüitas’ y la limpieza del niño ‘ojeado’ de la familia.

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Incluso los llamados ‘jardines’ realizaban una actividad similar a los actuales viveros, pues ofrecían semillas, tierra de sembrado, pequeñas plantas, aunque sin los adelantos actuales con injertos, variedades de flores y técnicas para ejecutar arreglos que, como lo hacen las florerías, asombran a los asistentes a matrimonios, bailes, ceremonias religiosas, sesiones y funerales.

Descartando pequeñas limitaciones, los dueños y trabajadores de los ‘jardines’ aprovechaban la variada flora vernácula o propia de la ciudad y región para cumplir a cabalidad con las expectativas de sus asiduos o esporádicos favorecedores. Todos ponían esmero para lucirse ante sus competidores.

En 1925, Diario EL UNIVERSO publicó este anuncio: “Jardín Celeste, de Sixto Ampuero, en Manuel Matheu 237: se confeccionan los mejores trabajos florales: coronas, cruces, bouquetes, canastas, liras, arreglos para matrimonios y banquetes”. Lo mismo hizo en octubre de 1932: “Jardín Flor de Lis (Chimborazo 4303, teléfono sur N° 231. Se confeccionan toda clase de arreglos florales a precios económicos”.

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Pero los mencionados locales no fueron los únicos en la ciudad, pues en distintos años de la primera mitad de la centuria pasada aparecen anunciando por medio de clasificados los ‘jardines’ Corazón de Jesús; Zaragoza, de María A. de Carrera; Abdón Calderón y América, de Eduardo y Ernesto Molina Vélez, en Julián Coronel y Santa Elena (Lorenzo de Garaycoa).

Otros concurridos negocios fueron los ‘jardines’ Francés, en San Martín 814; Ecuador, con teléfono Sur 4; Jesús del Gran Poder, en Av. del Ejército 1803; Victoria, en Chile 3304; San Juan, en Ecuador (Camilo Destruge) y Ambato; Genoveva, teléfono C-1465, Corazón de María, entre otros que siguen en la memoria de muchos guayaquileños que evocan esos románticos lugares que daban hermosura y placidez a las barriadas porteñas.

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Con el transcurso de los años los ‘jardines’ desaparecieron para darle paso a las florerías -una de ellas La Orquídea- que se abrieron en la urbe. También lo hicieron los viveros y los puestos de venta de flores en los alrededores de los mercados Central, Sur y los de frente al cementerio general, que posteriormente formaron el mercado de flores que inauguró la Municipalidad. Así quedaron para la sabrosa evocación de propios y afuereños los ‘jardines’ de Guayaquil.