Emigrantes y estudiantes. Ese es el perfil sociológico de los hinchas españoles que llenaron ayer la tribuna norte del estadio Rey Balduino de Bruselas.
Fueron cerca de 12.000 españoles en el estadio. Un número récord. Una cifra insólita para un partido de la selección fuera de España. Y compuesto por una mezcla interesante, que ilustra el pasado y el presente de la nueva sociedad española.
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Los más veteranos, españoles de más de 50 años, que en su día tuvieron que salir a buscarse la vida fuera de su país. Y a su lado un gran puñado de chicos universitarios que adornan sus carreras con esa beca que les ayuda a estudiar y también, para qué negarlo, a pasarlo bien en su juventud.
Que hay decenas de estudiantes españoles que se benefician de las becas Erasmus que concede la Unión Europea se confirmó anoche. Y que siguen emocionándose los emigrantes y sus hijos cada vez que se ponen la camiseta de Raúl, también es un hecho. El número 7 es el número de España. Solo hay que darse un paseo por la Gran Place de Bruselas.
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“Hola papá, mándame un jamón”. “Mamá, mándame dinero”.
Son mensajes que rezaban en las pancartas de los jóvenes.
Mientras, los más mayores acudieron con las mismas ganas de ayudar. Coordinados desde Bruselas, echando un mano sus paisanos de Holanda, con gente de Alemania, la clase trabajadora tampoco dejó sola a España en la grada.
Fue una noche donde Manolo, el del Bombo, se pegó uno de los mejores homenajes de su vida. Con el famoso cántico del “¡a por ellos!”, que se hizo famoso en la Eurocopa de Portugal 2004, la selección por fin ha encontrado un lema, con buena fonética, que suena bien y que no cansa ni aburre. Los belgas, en casa, sintieron el agobio en el cogote.