Los democristianos de la CDU/CSU, liderados por Angela Merkel, superaron por un estrecho margen de tres escaños al Partido  Socialdemócrata (SPD) del canciller Gerhard Schroeder en las elecciones  legislativas alemanas de este domingo, según datos oficiales provisionales de  la Comisión Electoral.
  
Sin embargo, la victoria de la formación de Merkel, que logró 225 escaños,  contra los 222 del partido de Schroeder, no conduce a la candidata a la  cancillería, ya que no logró la mayoría necesaria.
  
El Bundestag (Parlamento federal) contará con un total de 613 escaños, por  lo que son necesarias 307 bancas para lograr la mayoría absoluta.
  
Ahora ambos candidatos, que reivindicaron la dirección del gobierno,  deberán negociar con otras fuerzas políticas para tratar de formar una  coalición estable en el Parlamento.
  
El índice de participación en los comicios fue del 77,7%, un descenso del  1,4% respecto a las elecciones de 2002 (79,2%), informó la Comisión.
  
El Partido Liberal (FDP) obtuvo 61 escaños, el Partido de Izquierda 54 y  los Verdes 51, añadió la misma fuente.
  
En cuanto al número de votos, la CDU-CSU obtuvo el 35,2% (38,5% en 2002),  contra el 34,3% logrado por el SPD (38,5% en 2002).
  
Los liberales del FDP lograron el 9,8% (7,4% en 2002), mientras que el  Partido de Izquierda obtuvo 8,7% (4% en 2002) y los Verdes 8,1% (8,6% en 2002),  según datos de la Comisión.
  
Esos resultados obligan a las dos grandes fuerzas políticas alemanas a  formar un gobierno de "gran coalición", hipótesis que tanto Merkel como  Schroeder habían descartado enérgicamente hasta ahora.
  
Sólo una vez en la historia moderna de Alemania hubo un gobierno de gran  coalición, que fue dirigido por Kurt-Georg Kissinger entre 1965 y 1969.
  
Para formar una coalición de gobierno que le permita conservar el poder,  Schroeder tiene que sumar el respaldo de los Verdes  -con los cuales gobernó en  los últimos siete años-  y debe obtener además el apoyo de los liberales del  FDP, que se habían comprometido a gobernar con Merkel.
  
Schroeder dio a entender claramente que no aceptará integrar una "gran  coalición" si su partido debe quedar sometido a la democracia cristiana.
  
El líder socialdemócrata, de 61 años, fue fiel a su reputación de  sobreponerse a la adversidad y -cuando todo el mundo lo consideraba vencido-   consiguió volver a plantarse en medio del tablero político alemán.
  
"Merkel no podrá formar coalición con el SPD si pretende ser canciller",  indicó en términos contundentes en una entrevista por televisión.
  
Vestido con traje azul, camisa blanca y corbata a rayas rojas y blancas, el  canciller  -en una actitud muy segura-  agregó: "Salvo yo, nadie está en  condiciones de formar un gobierno estable".
  
Para mostrar claramente su decisión, reiteró que iniciará conversaciones  con todas las formaciones políticas, excepto con el Partido de Izquierda. Ese  nuevo frente agrupa a los neocomunistas del PDS de Gregor Gysi, del este del  país, y los disidentes de la socialdemocracia encabezados por Oskar  Lafontaine.
  
"Y desde hoy puedo decirles: (las negociaciones) serán coronadas con  éxito", agregó.
  
Esas declaraciones estuvieron destinadas a vaciar de contenido el proyecto  de Angela Merkel, nacida en la ex Alemania del Este hace 51 años, y que también  reivindicó el derecho de encabezar el gobierno.
  
En una declaración por televisión anunció su intención de mantener  "conversaciones con todas las formaciones políticas, excepto la de izquierda"  radical, es decir el nuevo Partido de Izquierda.
  
Los primeros sondeos a boca de urna atribuían la victoria a Merkel, que  parecía en condiciones de convertirse en la primera mujer canciller de la  historia alemana.
  
Pero la situación evolucionó con el correr de las horas hasta llegar a un  escenario de virtual equilibrio, que finalmente se decantó ligeramente en favor  de la CDU.
  
En una primera etapa, Gerhard Schroeder va a iniciar consultas con los  democristianos para tratar de formar un denominado gobierno de "gran coalición"  bajo su dirección.
  
Si fracasan, se verá obligado a negociar una alianza con los liberales. El  FDP de Guido Westerwelle, si bien progresó en relación a la elección anterior,  no tiene fuerzas suficientes como para compensar el retroceso de la democracia  cristiana.
  
Por el momento, el FDP sigue hostil a todo acuerdo con los  socialdemócratas: "Puede seguir soñando", declaró Westerwelle en una frase  claramente dirigida a Schroeder.
  
La eventualidad de una alianza fue rechazada por el congreso del FDP antes  de las elecciones. Pero Schroeder tiene la posibilidad de seducir por lo menos  a algunos liberales aislados, así como a los miembros más moderados del Partido  de Izquierda.
  
Unos 62 millones de electores estaban inscriptos para las elecciones de  este domingo, convocadas en forma anticipada por Schroeder para renovar el  Bundestag.