Nació en El Callao, Perú, “donde los cuchillos bailan”. De ese sector heredó el fútbol, la rebeldía y la afición por la música. A sus 27 años, Abel Lobatón, refuerzo del Aucas para el Clausura, se expresa con el balón y los tambores.

Aunque es mulato se considera negro y lo dice con mucho orgullo. Además, explica que el “negro que no sabe bailar Toro mata y tocar el cajón, no es negro”.
Su larga trayectoria futbolística lo ha llevado por el mundo. Y el mundo no solo le ha enseñado cuatro idiomas (inglés, portugués, francés y un poco de árabe), sino también que lo más importante en la vida es la alegría. “La música y el fútbol son mi alegría, mi pasión. Todo va junto, de lo contrario, me doy cuenta de que las cosas no están bien”.

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Está cansado, un poco adormecido en su departamento en el centro norte de Quito. Dice que por despertarse a media tarde  “la cama le pidió perdón”. Los entrenamientos en Aucas, bajo el mando del técnico Dragan Miranovic, lo dejan rendido.

La seriedad de Lobatón es pasajera. Comenta que es consecuencia de que sus instrumentos musicales no le han llegado de Lima. Y aunque no están sus tambores sí le acompaña Jennifer, su novia. “Sin ella todo sería triste, a pesar de que Quito es una ciudad muy bonita”, manifiesta.

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Cuando junta sus manos son visibles las pulseras que lleva en sus muñecas. Tres de ellas representan sus creencias: la blanca y negra (no al racismo), la amarilla (respeto a los demás), la roja (amor).

Luego se cubre el rostro con sus dedos alargados y habla con emoción del Atlético Paranaense de Brasil, de Maritimo de Portugal, de la Copa Sudamericana con Cienciano, del capoeira y de la samba. Pero la expresión de su rostro cambia en un segundo cuando se le menciona a la selección peruana, en la que estuvo en la pasada eliminatoria.

No tiene reparos en las críticas. “Perú no está unido. Hay jugadores que porque ganan un poco de euros creen que ya lo han ganado todo”. Siente la misma frustración que su compatriota y amigo, Roberto Chorrillano Palacios, de Liga de Quito, quien ha vertido comentarios similares.

Cuando se levantó del sillón en que estuvo sentado durante la entrevista se descubre su 1,80 metros y también que es muy delgado para ser delantero. Pero en las prácticas de Aucas evidencia que heredó, además del mismo nombre, el fútbol de su padre, quien jugó por muchos años en Colombia.

Lobatón ya anotó un gol (fue al D. Cuenca) y ganó un clásico en la Capital (ante Liga). Volvió a vecer al Chorri  en un gran partido, así como cuando vestía la camiseta de Universitario ante Sporting Cristal. De, a poco se siente el ritmo de sus goles.