La mayoría de los cuerpos recuperados del avión chipriota Boeing 737 de Helios Airways que se estrelló el domingo cerca de Atenas con 121 personas a bordo se encontraban “congelados”, aunque al menos seis pasajeros estaban vivos al colisionar, dijeron ayer fuentes oficiales.
Pero el misterio seguía ayer rondando varios aspectos del accidente, que podrían ser reveladas con el análisis de las cajas negras del avión, que fueron enviadas ayer a Francia.
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El accidente del domingo dejó perplejos a los expertos de aviación, que están impresionados por lo que parece haber sido una falla catastrófica en la presión de la cabina y/o en el suministro de oxígeno a 10 mil metros de altura, más alto que el Everest.
La televisión griega reportó el domingo que el piloto dijo al control de tráfico aéreo que tenía problemas con el sistema de aire acondicionado antes de perder contacto, pero autoridades griegas descartaron vínculos terroristas.
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El avión volaba desde Larnaca a Praga, con escala en Grecia, cuando se desplomó a 40 kilómetros de la capital de ese país. El vuelo fue declarado “renegado” cuando entró a espacio aéreo griego y se fracasó en hacer contacto por radio.
Dos aviones F-16 de la fuerza aérea fueron enviados a investigar y sus pilotos afirmaron que el copiloto, el chipriota Bambos Haralambous, estaba desplomado en la cabina y que el capitán, el alemán Marten Hans Jurgen, no parecía estar allí. Además vieron a dos personas que al parecer trataban de tomar el control del avión.
A la aeronave se le podría haber acabado el combustible después de volar en piloto automático, dijeron oficiales de la fuerza aérea, quienes pidieron no ser identificados.
Ayer, la policía griega arrestó a un hombre por mentir al afirmar que recibió un mensaje de celular de un primo que viajaba en el avión y que afirmaba que los pasajeros se estaban congelando.
Mientras tanto, cuadrillas de rescate todavía buscaban tres cadáveres que no aparecen, entre ellos, el cuerpo del piloto.