Naranjal, cantón cuya principal fuente de desarrollo es la agricultura, dentro de la cual la actividad cacaotera representa el 40% de la economía cantonal, con la que se sustentan alrededor de 3.000 familias cultivadoras, con una dependencia familiar de 12.000 personas, a las que hay que sumar, trabajadores, transportistas y comerciantes que intervienen en el proceso desde la siembra hasta la comercialización, que con más de 10.000 personas, significa que el 50% de la población naranjaleña depende del cacao.
Con este preámbulo, quiero expresar mi voz de protesta por el artículo ‘Rizzo y el gran cacao’, en el que se menosprecia un acto de justicia no con el cacao en sí, sino con el alma del agricultor cacaotero que, con su labor abnegada y su fe en el destino de la patria, fue el pionero en la generación de divisas extranjeras, que le dio sustento al erario nacional con sus impuestos que permitió el desarrollo y organización del Estado ecuatoriano en sus inicios.
Que hoy no sea el cacao la primera fuente de ingresos por exportación, ya se sabe, pero aun con los males que lo aquejan, es decir con el abandono de parte de quienes deben interesarse, sin embargo, aún se lo produce y se exporta, generando trabajo y sustentando la vida de más de 300.000 familias que viven de esta actividad agrícola.
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Desconocer la justicia con que se declaró al cacao como producto símbolo del Ecuador es como querer desconocer actos históricos, como las fundaciones de las ciudades nuestras que con renovado empeño se celebran cada año. Este acto simbólico es el inicio de una tarea que empieza por dar una palmada de aliento al abandonado agricultor cacaotero, tras la cual, sabemos, porque hemos tenido reuniones de trabajo con el señor Ministro, que vendrá un plan de rehabilitación de este sector agrícola, para lo cual ya se encuentra destinada una asignación a través del BNF en condiciones razonables, como nunca se lo habría hecho con este sector de la patria.
Genaro Lam Arboleda
Presidente del Centro Agrícola de Naranjal
Naranjal