Habitantes del cantón Puerto El Carmen de Putumayo y de General Farfán dicen que en los ríos de la frontera la presencia de embarcaciones colombianas es menor por los enfrentamientos del otro lado, pero en Ecuador las actividades son normales.
La comercialización de productos y el transporte fluvial por los ríos San Miguel y el Putumayo son las actividades que han resultado afectadas por el paro armado declarado el 20 de julio pasado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
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Los habitantes (colombianos y ecuatorianos) que transitan por las riberas de los dos ríos se han acostumbrado a convivir con el peligro. En el lado ecuatoriano, en Puerto El Carmen de Putumayo y General Farfán (La Punta) las actividades son normales: los niños van a la escuela, las tiendas están abiertas, los restaurantes también, aunque la guardia militar, que permanece en la frontera, ha reforzado el control.
Los habitantes del cantón Puerto El Carmen de Putumayo y de General Farfán saben que existe un paro armado declarado por las FARC, pero esa medida está al otro lado del río, “nosotros seguimos aquí con nuestras actividades normales, aunque nuestros hermanos colombianos ya no pasan el río con tanta regularidad como era antes y eso nos ha afectado”, comenta un hombre moreno, dueño de una canoa que da el servicio de transporte fluvial.
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En el puente sobre el río San Miguel las actividades son regulares, pasan camionetas hacia La Hormiga, casi con regularidad aunque en el puente se les advierte que hay un paro armado declarado por las FARC, “pero la gente sigue transitando”, señala una mujer que cobra un peaje en el lado colombiano y por seguridad no da su nombre.
A su lado se encontraba un grupo de ocho jóvenes que mientras esperaban la hora de desembarque de carga de las camionetas jugaban fútbol, en una improvisada cancha sobre el puente.
Bolívar Tangoy, un campesino de la comuna Gran Samaritano, ubicada en la parroquia Puerto Rodríguez cerca al límite con Colombia, llegó el jueves hasta el municipio de Puerto El Carmen a pedir ayuda, pero no por los efectos del paro armado sino para que se cumpla con el ofrecimiento de crear una escuela que beneficiaría a 24 niños que hace tres años no estudian.
Para Tangoy las secuelas del paro armado de las FARC se muestran en el transporte por el río, porque las grandes embarcaciones que transitan por el Putumayo son en la mayoría colombianas y hace ocho días ya no pasan y no hay donde comprar los víveres y combustible. Pero para movilizarnos utilizamos las pequeñas canoas, dice.
El alcalde de Puerto El Carmen, Abdón Hidalgo, señaló que por el paro armado, en ese sector, el flujo comercial de productos de primera necesidad que venían desde Colombia a mejor precio, ha bajado. Hoy esa mercadería es transportada desde Lago Agrio, a cuatro horas del cantón.
En cuanto a la seguridad de la ciudadanía no hay novedades, los militares están custodiando las fronteras, existen patrullajes constantes para controlar cualquier infiltración. Incluso, los combates del lado colombiano con las FARC, en la zona del Putumayo, no han afectado a los 1.200 habitantes del cantón, asegura Hidalgo.
La ausencia de embarcaciones colombianas en río Putumayo está siendo superada por los ecuatorianos. La embarcación Tres Fronteras de la familia Figueroa ha incrementado sus turnos y ha incorporado el comercio de productos de primera necesidad desde el cantón Putumayo aguas abajo, actividad que no la pueden hacer los colombianos, quienes tienen paralizadas sus embarcaciones en Ospina. Ellos regularmente traen los productos desde puerto de Asís.
En Ospina, en el lado colombiano, existen diez embarcaciones de la cooperativa Transamazónica paralizadas desde hace ocho días, cuando fueron advertidos por un grupo de militares colombianos que pernocta en el buque nodriza Toni Pastrana Contreras a un lado del puerto.
En ese puerto está Antonio Miranda, un hombre de estatura pequeña, que conduce la embarcación La Heroína y que llevaba 28 días viajando desde Terpel, en el departamento del Amazonas, pero que por el paro armado de las FARC mantiene hace ocho días anclada su embarcación en Ospina.
Miranda dice que con seguridad en Leticia en la frontera sur, hay desabastecimiento de combustible porque tres de las diez embarcaciones que están paralizadas en Ospina son las que abastecen a esa población que consume 700 mil galones mensuales.
Su nave remolca una gabarra llena de madera que fue embarcada en Terpel con destino a Puerto Asís, pero dice que no continúa su viaje hasta que no haya la seguridad de que se levante el paro armado, porque está prohibido el paso.
Los dirigentes de la cooperativa Transamazónica, agrega Miranda, nos dicen que recién el domingo (hoy) es posible continuar el viaje de tres días que faltan para llegar.
COLOMBIA
Ataques
Putumayo, en Colombia, es escenario de una escalada de ataques de las FARC, con saldo de una treintena de muertos en el último mes, y de operativos contra esa guerrilla en un área fronteriza con Ecuador.
Sin luz
Esa situación mantiene sin luz a ocho de los trece municipios del departamento por la voladura de dos torres eléctricas, y causa un desabastecimiento de víveres y combustible por la destrucción de un puente y un paro armado que la guerrilla declaró el pasado 20 de julio.
Pérdidas
En cumplimiento de esa medida, los rebeldes prohíben el tránsito terrestre y fluvial y han quemado una decena de vehículos, en tanto que balearon dos y dinamitaron varios tramos del oleoducto Trasandino, lo que deja pérdidas por unos cinco millones de dólares, según cifras oficiales.