Cuando habla de la rentabilidad del Grand Hotel Guayaquil, Gino Luzi evoca el bíblico episodio de las “vacas gordas y flacas”. Para el gerente y representante legal de la compañía, la situación es sencilla: hay temporadas altas y temporadas bajas.
“Si se toma en cuenta el cambiante flujo de ganancias, es suficiente la cantidad que recibe la Arquidiócesis”, asegura Gino Luzi. “Entregamos diez mil dólares mensuales, más el 20% de las utilidades operativas (antes de declarar impuestos y de cancelar a los empleados)”.
Publicidad
Según los balances presentados por la gerenta financiera del hotel, Feliciana Acosta, el monto que la Curia recibió el año pasado ($ 177.603,18) es superior al de la empresa ($ 146.888,12).
Para Luzi, si el avalúo del inmueble llega a $ 7 millones es por la inversión que hizo Connor-Jacobson. “La corporación terminó la obra que Bernardino Echeverría tenía paralizada por falta de presupuesto”, indica.
Publicidad
Agrega que en 1992 se extendió el contrato de arrendamiento hasta el 2012 porque “se destinaron más de $ 3 millones a la remodelación y se calculó que, en ese tiempo, se recuperarían. Aún no lo hemos hecho”.
Asegura que lo respalda un contrato “de buena fe”. Según dice, la Curia todavía no tiene el título de propiedad del inmueble “y así no puede vender, aunque conocemos que el Arzobispo conversa con un grupo de Brasil”. Advierte que si no les venden a ellos irán hasta el Vaticano.