Con golpes y a bala, los trabajadores del camal reclamaron ayer por la entrega de las vísceras del ganado que se faena a diario en el camal municipal de la ciudad, ubicado en el barrio Cuba.
Un grupo de trabajadores se enfrentó con miembros de la Policía Metropolitana para defender a uno de sus compañeros que -según él- fue golpeado cuando quiso llevarse las ubres de las reses que habían sido sometidas al desposte.
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“Para poder trabajar debemos cancelar cada uno de nosotros 25 centavos; en ninguna empresa se debe pagar esa cantidad”, señaló Walter Félix López Mora, quien aseguró haber sido agredido por los metropolitanos.
Luis Chang, uno de los testigos, relató que cerca de las 08h30 los metropolitanos llegaron para controlar a los minoristas que, según consideró, reclaman por lo justo puesto que las vísceras constituyen parte de sus ingresos.
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El enfrentamiento no generó detenidos aunque sí el descontento de los trabajadores.
Fuera del lugar, estaban los casquillos de las balas que emplean los metropolitanos y otro tipo de perdigones que, según los testigos, dispararon los minoristas.
La policía llegó a reforzar a la decena de carros de los metropolitanos, indicó Marcelo Noguera, representante policial, quien dijo desconocer quién provocó los disparos.
Walter López señaló que el jefe del camal, Óscar Cantos, impide que los minoristas se lleven las vísceras de las vacas y ordena que las transporten en sus carros fuera del local.
Por eso, los comerciantes pedían, entre gritos, la destitución de Cantos.
Pero él defendió su postura y señaló que como rutina diaria, los médicos veterinarios que laboran allí deben clasificar la carne que no es apta para el consumo humano y desecharla. “A las vísceras de las reses y la carne que no está en buenas condiciones se les hecha creolina y luego se la traslada hasta el botadero de basura” dijo.
Para Cantos, este es un proceso cotidiano porque “no se puede permitir que carne y otras partes de las vacas se comercialicen libremente”.
El problema que detalla el jefe administrativo del camal es que los mayoristas no les pagan un sueldo fijo a sus trabajadores, pero -dijo- eso no le compete a la institución sino a grandes comerciantes.
Cantos atribuyó las complicaciones a los cambios y las mejoras que se han realizado en el camal, donde se eliminan cada mes 4.000 kilos de vísceras y 1.500 de carnes rojas.