La comunidad judía argentina renovó el lunes su reclamo de justicia por el atentado contra la mutual AMIA que hace 11 años dejó 85 muertos y 300 heridos, y comparó indignada la impunidad que reina en el caso con los avances logrados para dilucidar los ataques en Nueva York, Madrid y Londres.
"Poco se sabe (del atentado) a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). En las Torres Gemelas de Nueva York, la estación Atocha y en Londres sí se supo. ¿Por qué en Buenos Aires no?", lamentó el líder de la AMIA, Luis Grynwald, en un multitudinario acto frente a la sede reconstruida, en presencia del presidente Néstor Kirchner.
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Momentos antes, un manifestante había atravesado las vallas metálicas de seguridad y se plantó frente al palco de oradores, donde abrió sus dos brazos en cruz para desplegar un cartel con la leyenda "Basta de dirigentes encubridores y cómplices".
En un duro discurso, Sergio Burstein, en nombre de los Familiares de las Víctimas, ponderó el decreto que acaba de firmar Kirchner para reconocer la responsabilidad del Estado en la privación de justicia, pero criticó que no identifique a los responsables.
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"Ese Estado tiene nombre y apellido. Se llama Carlos Menem (ex presidente entre 1989 y 1999), se llama Eduardo Duhalde (ex presidente entre el 2002 y el 2003). Se llama Carlos Corach (ex ministro del Interior) y toda esa inmunda banda. Esos son los responsables de ese Estado encubridor", disparó Burstein.
Una vela fue encendida por cada muerto en la AMIA, junto a una rosa roja, y el embajador británico John Hughes cumplió con el ritual al prender una candela por las víctimas de los atentados en Londres.
Grynwald y Burstein condenaron los casi nulos avances en la investigación judicial del peor atentado en la historia argentina, sin detenidos ni rastro alguno que lleve a los culpables.
El líder de AMIA también sostuvo que si el atentado que en 1992 destruyó la embajada de Israel en Buenos Aires, con 22 muertos y unos 200 heridos "se hubiera investigado con la seriedad y el profesionalismo necesarios, probablemente el segundo atentado podría haberse evitado".
Mientras el dirigente hablaba, podía leerse un gran cartel colgado en el palco con la leyenda: "La Justicia descansa en paz, los 85 muertos de la AMIA no".
El dirigente de la comunidad judía local, la más numerosa de Latinoamérica, ponderó "la voluntad" de Kirchner para lograr el esclarecimiento, pero dijo que el decreto "no alcanza".
"Más allá de la voluntad del gobierno actual, asumir las culpas sin tener a los culpables no nos alcanza. La impunidad es el mejor estímulo para el terrorismo y para un próximo atentado", señaló ante Kirchner, su mujer Cristina Fernández y funcionarios del gobierno.
Frente a la tarima y por la calle Pasteur, en el corazón del Once, antiguo barrio comercial judío de Buenos Aires, se apretujó una multitud de unas 5.000 personas, desde donde partían gritos de "cobardes" y "canallas" cuando se nombraba a Menem, a Duhalde y a otros funcionarios.
"Los políticos se protegen entre ellos. Siempre ha sido así", dijo Pablo Czyzewski, tío de Paola, una joven que tenía 21 años cuando murió en la AMIA.
Otros manifestantes que desafiaron una temperatura apenas superior a cero grado en una helada mañana del invierno austral sollozaban o lagrimeaban apoyados unos contra otros, en un silencio casi religioso, cortado sólo con aislados aplausos.
Burstein se lamentó de que se haya prestado poca atención a los atentados perpetrados en países del Tercer Mundo, como en Buenos Aires o Nairobi, "y sí empezaron a ver (cuando ocurrieron) en Nueva York, Atocha y Londres".
"No se puede responder al terror con más terror y al terrorismo con más terrorismo", dijo el dirigente.
El acto había comenzado con el ulular de sirenas, en punto a las 09h53 locales (12h53 GMT), la misma hora en la que se registró el ataque terrorista contra la AMIA.
Para entrar a la acordonada zona del acto, cada asistente tuvo que atravesar este año una muralla de enmascarados policías del grupo de operaciones especiales, tanquetas, perros adiestrados y tramperas con púas para evitar el paso de vehículos.