Maritza Loor dirige a posesionarios de un ramal del estero en Trinitaria
Maritza Loor tiene una consigna: “El pobre puede vivir y tener una casa solo por medio de invasiones. Los ricos van a las lotizaciones”. Así justifica su participación como dirigente barrial de dos cooperativas asentadas en un ramal del estero Salado, en el extremo norte de la isla Trinitaria, al sur de Guayaquil.
Madre de 14 hijos, Loor preside comités barriales desde hace doce años, cuando llegó de Esmeraldas. Es una de las últimas promotoras de asentamientos en el fango, donde las casas de caña están sostenidas por cuatro pilares y se comunican por largos puentes de palos.
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Las invasiones que actualmente preside Loor son Mélida Zalamea de Toral y Zalatiel Toral Viteri, padres del también dirigente popular Jaime Toral Zalamea. “Puse esos nombres como agradecimiento porque ellos me ayudaron con cañas y evitaron desalojos.”, afirma.
Loor dice que es militante del Partido Social Cristiano (PSC). “Hay que estar con ellos, porque están en el Municipio y nos pueden ayudar. Sobre todo mi compromiso es con el alcalde Jaime Nebot y otros funcionarios”, dice.
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Tres mil familias forman parte de las dos cooperativas de Loor. “Regalamos los terrenos, lo que interesa es que vengan a hacer presencia. Después pedimos aportes para autogestión”.
“Todas son familias con seis a ocho hijos y a ellos no se les puede negar un terreno”, argumenta la mujer, quien reside en una casa de tablas.
Por medio de rifas y bingos se obtiene dinero para el relleno y lentamente el estero desaparece. La autogestión también sirve para financiar una brigada barrial formada por guardias del mismo sector.
Marco Solís dirige Monte Sinaí y dice defender reserva Cerro Blanco
Unas diez personas acompañan a Marco Solís durante la entrevista, en el portal de una vivienda de caña de Monte Sinaí, asentamiento ubicado en un valle rodeado de colinas, a unos 15 km al oeste de la vía Perimetral. Unos portan radios, otros machetes o cartucheras.
En Monte Sinaí se vive alerta. Solís dice que es necesario tener brigadas barriales para proteger a la comunidad, “pues muchas veces nos han pretendido desalojar”.
Esa tensión –dice– se vive desde 1991, cuando un grupo de 65 familias formó la Asociación de Trabajadores Agrícolas Monte Sinaí e invadió las tierras de Otolino Coppión y una compañía.
Desde entonces, Solís y sus socios sufrieron un desalojo, retornaron, promovieron juicios de posesión y lograron que el Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario, INDA, les otorgara 1.300 hectáreas por una sentencia, apelada luego. De ese total, 800 hectáreas corresponden a la reserva Cerro Blanco, que él afirma defender de los invasores.
Hace cinco años, Solís creó la cooperativa de vivienda y hoy agrupa a 3 mil socios. Indica que todos pagaron solo una “pequeña cuota de inscripción” y aportes para rellenar las calles. No obstante, un residente afirma que pagó 600 dólares por un solar.
Solís menciona también que la organización que preside no es una invasión. “Es que las tierras se revirtieron al Estado y luego pasaron a quienes de verdad necesitan”, explica.
El dirigente fue candidato en las elecciones pasadas por Pachakutik. Considera necesario mantenerse en la política, “porque de esa forma uno se abre un espacio y los contrarios le respetan”.
Zinaida Castro heredó la labor de su padre y hoy triunfa en la política
Zinaida Castro Salazar dice que se identifica con los pobres. Su padre, Carlos Castro, dirigente en los Guasmos, Bastión y Flor de Bastión, fue asesinado en 1990, cuando ella tenía 18 años.
“Bastión y Flor de Bastión quedaron en desamparo. Entonces me pidieron que asuma la responsabilidad de mi padre”, señala. Como dirigente promovió Paraíso de la Flor, Fortín de la Flor y Colinas de la Florida, donde –asegura– benefició a 60 mil familias.
Con esa base, Zinaida Castro incursionó en la política y fue elegida consejera provincial del Guayas por el PSC. Hoy ocupa la presidencia ocasional de la corporación. Está por graduarse de abogada.
Refiere que el crecimiento de Guayaquil se fundamenta en los asentamientos populares. Aclara que no son invasiones: “Solo una fuerza extranjera puede invadir”.
“Mi objetivo es darles un pedazo de tierra a aquellas personas que más necesitan”, indica Castro, pero agrega que su labor no termina ahí, sino que se interesa en conseguir obras básicas y asfaltado de calles. Logró que el Municipio legalizara y entregara escrituras a unas 140 mil familias de Bastión y Flor de Bastión.
La dirigente reside en una vistosa vivienda, en una colina de Urbanor, construida en un terreno que fue parte de un asentamiento popular y legalizado hace dos años.
Reconoce haber cobrado por los lotes. “Pero no me he enriquecido, lo que más hago es obsequiar”. Considera que no existen planes de vivienda estatales que frenen los asentamientos informales e insiste que su labor es organizar para que la gente se sienta digna. No obstante, afirma que se debe poner límite al crecimiento desorganizado de la ciudad.
Balerio Estacio no solo reparte tierras, es consejero y predicador
Un letrero ubicado en una vivienda de tres plantas a un costado de la vía Perimetral, destaca: “Hermano Balerio Estacio, defensor de los humildes”. Es solo uno de los tantos que aparecen en parte de los asentamientos ubicados al noroeste de Guayaquil, donde la figura de Estacio es respetada por quienes recibieron un solar y cuestionada por ex dueños de tierras.
Estacio Valencia es dirigente popular desde hace 20 años. Vino de Limones, una isla esmeraldeña que carece de servicios básicos y cuyos habitantes se debaten en la extrema pobreza.
Hoy es consejero provincial por el Partido Social Cristiano, alterno de Rafael Estrada: además es abogado, predicador evangélico y fanático de los libros El Rey, El Líder, y otros, de Macchiavello.
Dice que es él quien puso freno a las invasiones, que las considera como “tomas de hecho”, porque adoptó las “tomas de derecho” (negociar con los dueños de las tierras). Así compró haciendas completas del oeste de la Perimetral y organizó casi una decena de cooperativas.
Un ex propietario señala que lo que se hace es chantajear: “El planteamiento es o me vendes o te invado. Los precios que se pagan son irrisorios, no obedecen a la realidad”. Eso sí, este denunciante prefiere no dar su nombre por precaución, ante cualquier posible represalia.
Balerio Estacio responde que “aquellas personas tienen razón de quejarse”. “Hay gente que abusa. Son falsos dirigentes que tienen guardias de choque, amenazan y hasta les quitan sus mujeres”.
Considera diferente la guardianía de sus asentamientos, unos 80 hombres que manejan cartucheras y “protegen de la delincuencia”, en uno de los sectores marginales más peligrosos de la Guayaquil.
Estacio proyecta la denominada Ciudad de Dios, con apoyo de la municipalidad y de organizaciones no gubernamentales, un proyecto ecológico y de vivienda. Mientras eso ocurre, preside el Movimiento Independiente Lucha Popular y afirma tener aspiraciones políticas en un futuro no muy lejano.