No hubo bengalas. Tampoco cánticos de aliento. Solo unas cuantas serpentinas lanzadas desde los extremos de la general Carlos Muñoz dieron la bienvenida ayer a Barcelona cuando saltó a la cancha del Monumental.
Y es que ubicados como siempre en el centro de aquella localidad, los pocos integrantes de la Sur Oscura prepararon un inédito recibimiento al elenco de su idolatría: centenares de huevos reemplazaron a los rollos de serpentinas y su viscoso reventar no solo hizo huir a Edwin Villafuerte de aquel sector, sino también al árbitro Mauricio Reinoso a retrasar el inicio del partido.
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Fue así como la ‘fiel’ barra expresó su descontento con el desempeño de los jugadores amarillos en los últimos partidos, especialmente en el que los toreros fueron inobjetablemente goleados por El Nacional en Quito.
Pero esa no fue la única muestra de indignación que se observó ayer. El ingreso al túnel del Estadio Monumental estaba prácticamente empapelado por blancos carteles que decían: “jugadores parásitos”.
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En la tribuna, los escasos hinchas también reclamaron con insultos al presidente de la Comisión de Fútbol, Xavier Paulson, y al vocal Alfonso Harb, quienes observaron el juego desde el balcón de la suite presidencial.