Los líderes de la Iglesia Ortodoxa votaron el martes a favor de dejar de reconocer la autoridad de su patriarca de Jerusalén, Irineo I, debido a una serie de denuncias que se han formulado en su contra. 
 
La votación, revelada por fuentes de la iglesia, tuvo lugar en un sínodo presidido por el patriarca ecuménico Bartolomeo I de Estambul, en que participaron dirigentes de 12 iglesias ortodoxas. 
 
El patriarca de Estambul es el líder espiritual de los cristianos ortodoxos. 
 
Irineo ha rehusado renunciar pese a los esfuerzos de los miembros de su propia Iglesia por destituirlo debido a explosivas denuncias de que su agrupación alquiló propiedades a inversionistas judíos en el Jerusalén oriental, que los palestinos consideran su capital. 
 
El voto del sínodo no pide directamente su renuncia. Pero se espera que el acto de rehusarse a reconocer su autoridad ponga presiones adicionales sobre el patriarca para que renuncie. 
 
El primer sínodo pan-ortodoxo importante en más de una década carece de autoridad para destituir formalmente a Irineo o seleccionar a un sucesor para su cargo. Esa facultad corresponde únicamente al sínodo de Jerusalén, que el patriarca rehúsa convocar. 
 
Los clérigos ortodoxos que respaldan la remoción de Irineo, representados por seis obispos en el sínodo, afirman que votaron ya por su destitución como patriarca y que piden el respaldo del sínodo ortodoxo, que posee la máxima autoridad en la Iglesia Ortodoxa. 
 
Cornelio, el metropolitano de Petra, dijo que la votación del martes alentará a los líderes eclesiásticos de Tierra Santa para que despidan al patriarca. "Puede llamarse a sí mismo patriarca, pero no lo es", añadió. 
 
Al salir del Patriarcado, los periodistas preguntaron a Irineo si renunciaría y este no respondió de palabra, pero movió un dedo en el aire a un lado y a otro como diciendo que no. 
 
Cornelio señaló que los líderes religiosos de Tierra Santa nombrarán a un patriarca interino la semana entrante. 
 
Previamente, Bartolomé había rezado en la Catedral de San Jorge para que el Espíritu Santo guiase a los clérigos en la toma de decisiones durante el sínodo.