La propuesta del Pentágono de cerrar más de 150 bases militares, incluidas 33 de las mayores de todo Estados Unidos, ha provocado una ola de críticas y reacciones de preocupación entre las autoridades de los estados afectados.
 
Gobernadores y legisladores de todo el país han expresado su decepción y su intención de luchar hasta el final para evitar el impacto económico del cierre y la reforma de muchas de las bases que figuran en el plan del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
 
Los primeros cálculos de la propuesta de Rumsfeld apuntan a que podría provocar una pérdida de cerca de 30.000 puestos de trabajo netos, militares y civiles, en las bases afectadas.
 
En total, propone eliminar 218.570 posiciones militares y civiles de algunas bases militares y agregar 189.565 puestos a otras instalaciones.
 
El Pentágono se apresuró este viernes a calmar los ánimos y aseguró que "las comunidades afectadas recibirán apoyo y asistencia" para la reconversión de sus economías, explicó en rueda de prensa el subsecretario de Defensa para Adquisiciones, Tecnología y Logística, Michael Wynne.
 
Wynne y otros responsables de Defensa ratificaron los argumentos que ayer jueves presentó el propio Rumsfeld para justificar su propuesta de reestructuración.
 
Sin duda, el argumento que más pesa es que el Gobierno se ahorrará cerca de 50.000 millones de dólares en un plazo de 20 años.
 
A esta cifra hay que añadir el efecto de la prevista reestructuración de las bases estadounidenses repartidas por todo el mundo, con lo que el ahorro se elevaría a un total de 64.200 millones de dólares.
 
Además, el Pentágono defiende la necesidad de la reforma para adaptar las fuerzas armadas estadounidenses al momento actual.
 
"Nuestros preparativos actuales, diseñados para la Guerra Fría, deben dar paso a las nuevas necesidades de la guerra contra el extremismo y otros desafíos cambiantes del siglo XXI", declaró hoy Rumsfeld en un comunicado.
 
Su proyecto será enviado a una comisión federal independiente y experta en la materia, que deberá analizar caso por caso las consecuencias del cierre, consolidación, ampliación, recorte o reajuste de las bases.
 
Esa comisión, de nueve miembros, podrá modificar lo que considere necesario y plasmar su opinión en una propuesta revisada que remitirá al presidente de EEUU, George W. Bush, el 8 de septiembre.
 
 
La lista que ha difundido el Pentágono incluye algunas instalaciones militares consideradas históricas, como la base naval de astilleros Portsmouth (Maine), en la que se construyó en primer buque de guerra de EEUU, o la de Fort McPherson (Georgia), que data de la guerra civil estadounidense.
 
También incluye la base de la Fuerza Aérea Ellsworth, en Dakota del Sur, que alberga a 29 bombarderos B-1B, la mitad de la flotilla nacional y que es la segunda entidad que genera más empleo en todo el estado.
 
En la lista figura además la base Naval de Pascagoula, en Misisipi; la de Fort Monmouth, en New Jersey, así como numerosas instalaciones de la Guardia y la Reserva Nacional.
 
La reestructuración anunciada hoy sería la mayor en diez años, desde la realizada en 1995, y se pondría en marcha a partir de 2006 durante un periodo de seis años.
 
En total, las reformas realizadas en 1988, 1991, 1993 y 1995, se saldaron con el cierre de un total de 97 grandes bases militares.