Bien por nuestros realmente valientes “forajidos” de corazón, grupo de jóvenes y ciudadanos de Quito, sin ellos el Ecuador seguiría aplastado por la corrupción de Gutiérrez.

Que todo el país se les una ya para continuar atentos de los pasos de políticos y del nuevo gabinete. No desmayemos hasta que Gutiérrez, los políticos que fugaron y otros corruptos que están en Ecuador queden tras las rejas.

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Carlos A. Morante
Salinas

 
El gobierno de  Gutiérrez que fue derrotado en calles y plazas de Quito por el auténtico pueblo nuestro y no por grupos políticos o de poder, porque la situación era insoportable, y más aún cuando en actitud delincuencial permitió la venida de  ladrones comunes, eso fue el detonante que explosionó en las horas del 20 de abril.

Con sangre y lágrimas se logró dar al traste con un mediocre y fatuo como Gutiérrez. Ahora, ¿qué nos queda por hacer a los ecuatorianos? Todo. El nuevo Presidente tendrá que cumplir su palabra (lo primero); en lo moral, deberá castigar a los usurpadores de nuestra economía y desde luego señalar derroteros, por la dignidad nacional tan venida a menos; crear un gobierno donde no esté el Departamento de Estado de los Estados Unidos, donde nuestra deuda deba ser con las inmensas mayorías del pueblo, donde se termine la burocracia dorada.

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Debemos confiar los ecuatorianos que saldremos de este nuevo episodio en que estamos inmersos, pero más allá de una solución  debemos pensar con sentido de patria y de una sociedad diferente a la de ahora.

Hagamos votos por nuestra propia dignidad y derechos conculcados.

Lcdo. Gilberto Crespo Crespo
Nueva York, EE.UU.

Los llamaron “forajidos”, pero en verdad son héroes. El auténtico pueblo de Quito nos hizo recordar los años en que sin compromisos políticos, los ecuatorianos peleaban y morían por conseguir la libertad.

Pueden tener diferentes ideas, pero se unieron días y noches en las calles para lograr que la democracia siempre sea la luz que ilumine el futuro. Un pueblo rebelde jamás acepta la dictadura; esta palabra ya no está en nuestro diccionario.

La historia ecuatoriana es de sacrificio y sangre, nobleza y honor. Una ecuación que se pone de manifiesto cada vez que se quieren burlar de nuestros derechos ciudadanos, y el mejor ejemplo de esto han sido los tres últimos presidentes. Un pueblo que reclama con justa razón no se deja pisotear. Gobernantes, diputados, jueces... mediten que les puede pasar lo mismo si fracasan. No se dejen llevar por sus conveniencias personales o las del partido político; ustedes son servidores del pueblo que los eligió y no busquen que otra vez los castigue. La esperanza nunca muere.

Lcdo. Claudio Enrique Arteaga Gallegos
Guayaquil