La designación de Wilfrido Lucero como presidente del Congreso Nacional ahondó el fraccionamiento en la Izquierda Democrática, que venía manteniéndose desde el periodo anterior.

La puja de tres diputados socialdemócratas (Andrés Páez, Jorge Sánchez y Wilfrido Lucero), por llegar a presidir el Parlamento, en reemplazo del roldosista Omar Quintana, puso en riesgo las resoluciones tomadas por el Legislativo el 20 de abril pasado.

La falta de una candidatura de consenso entre la ID obligó al PSC a acelerar la elección de Cynthia Viteri como primera vicepresidenta del Parlamento y a conceder cinco días a la ID para que defina su candidato, bajo la amenaza de retirarse del Congreso.

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La postulación de Lucero terminó imponiéndose a petición del presidente nacional del partido, Guillermo Landázuri, y de uno de los vicepresidentes, Carlos González, quienes apostaron a su experiencia. Lucero está en la palestra política desde 1979, cuando fue electo miembro de la Cámara Nacional de Representantes por el Partido Conservador.

Fue diputado desde 1984 a periodo seguido; y presidente del Congreso dos veces desde 1988 hasta 1990, siempre por la Democracia Popular. Retornó a la legislatura, esta vez bajo la bandera naranja, en 1998 por Pichincha hasta ahora.

Con la esperanza de disminuir el conflicto interno, la comisión política de la ID recomendó encargar temporalmente la presidencia del Congreso a Viteri, pero según Landázuri, “los socialcristianos exigieron que la ID asuma la responsabilidad y por lo tanto se tenía que designar a uno de los catorce diputados”.

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Fue así como las candidaturas de Andrés Páez, Jorge Sánchez y Wilfrido Lucero salieron a flote. Sánchez (de El Oro) obtuvo el respaldo de  seis coidearios: Ana Lucía Cevallos, Ernesto Pazmiño, Guillermo Haro, Rolo Sanmartín, Marco Morillo y Hugo Ruiz.

Pero él no quiso hablar sobre el tema al igual que Páez; y se limitó a decir que es una historia pasada, “ya está allí Wilfrido Lucero como presidente  y no quiero comentar nada sobre el asunto por ser consecuente con un partido en el que milito”.

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Páez representa a las nuevas figuras dentro de la ID  y, paradójicamente, tenía más respaldo fuera de su partido; lo apoyaban el PSC, el MPD, la DP, el PSE y Pachakutik, que iniciaron los diálogos por su postulación, pero estos no prosperaron. Fuentes ajenas a la ID revelaron que uno de los opositores a la candidatura de Páez fue el prefecto de Pichincha Ramiro González.

La pugna la dirimió Landázuri, luego de una reunión con la comisión  política naranja, en la que participó el ex mandatario Rodrigo Borja.

El ex titular del Congreso dijo que dar a Lucero la presidencia del Parlamento significa reconocer el mérito que hizo en enero pasado cuando “prestó su nombre para ser el candidato a presidente de la legislatura a sabiendas que no iba a triunfar, frente a la nueva mayoría del ex gobernante Lucio Gutiérrez, que postuló a Omar Quintana”.

Landázuri indicó que es justa la petición de los “forajidos” en cuanto a la renovación de cuadros. En efecto, Lucero no representa a los militantes más jóvenes, dijo. Pero lo que la ID hizo en el Parlamento es colocar a una persona con experiencia y honestidad. La misma justificación hizo Carlos González.

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La puja interna de la ID es interpretada por Landázuri como una lucha por fortalecer la presencia de cada uno al interior de esa tienda. “Más que disputar una herencia de poder es un trabajo para fortalecer el partido; más que confrontaciones entre los líderes, es una lucha franca y honesta entre quienes lo integran”.