Los entes de auxilio de Quito emitieron informes respecto a los efectos de las manifestaciones desarrolladas del 5 al 20 de abril. Hubo dos muertos, destrucción de edificios, niños perdidos y hasta robos. La Ciespal, donde se realizó la posesión del nuevo presidente Alfredo Palacio, denunció los daños que sufrió esta institución.

Con un poncho ecuatoriano y uno chileno fue cubierto ayer el cuerpo de Julio Augusto García Romero. El ataúd fue cobijado por banderas de ambos países, durante el velatorio de sus restos, que se realizó ayer en la Universidad Politécnica Salesiana.

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El cineasta y fotógrafo de profesión murió el 19 de abril, aparentemente por un paro cardiaco ocasionado por la asfixia que le provocaron los gases lacrimógenos utilizados por la Policía durante las manifestaciones contra el entonces presidente Lucio Gutiérrez Borbúa.

Con la presencia de aproximadamente 600 ciudadanos vinculados a organizaciones sociales, de indígenas, derechos humanos, del Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP) se realizó ayer una ceremonia de despedida al fallecido, a la cual también asistió el embajador de Chile.

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El acto se inició con un discurso leído por Iván García, director de la escuela de formación del FEPP, que había sido enviada por José Tonello, director de esa institución, en el que reprochaba la muerte de Julio García debido a la represión policial ordenada por  Gutiérrez. El FEPP se comprometió a velar por la seguridad y el futuro de Sami y Sisa, hijos del periodista.

García había llegado al Ecuador huyendo de la dictadura pinochetista. En sus primeros años trabajó como fotógrafo y reportero en el boletín Punto de Vista y vinculado a organizaciones indígenas, campesinas y de comunidades de base eclesiales. Durante los últimos 12 años documentaba el trabajo del FEPP.

Testigos que estuvieron marchando en el sector de la Alameda, donde García, de 58 años, recibió los gases, indicaron que el fotógrafo quiso ayudar a un niño y a su madre que estaban caído debido a los gases. García logró su cometido, pero su corazón no resistió más.

Ayer, durante las honras, se pudo observar a Pedro Restrepo, padre de los desaparecidos hermanos Restrepo. De acuerdo a quienes lo conocieron, García documentó el caso  ocurrido durante el gobierno de León Febres-Cordero.

La otra víctima de la convulsión social que tumbó a Gutiérrez, la vinceña Tomasa Morán (40 años), quien viajó a Quito para defender el régimen gutierrista -que según testigos fue atropellada por un camión-, fue retirada de la morgue de la Policía Nacional, por sus familiares, el miércoles en la tarde y trasladada a su lugar de origen.

Testigos que hablaron para la televisión aseguraron que la mujer resbaló durante una confusión ocasionada por la presencia de manifestantes a favor y en contra de Gutiérrez en el sector de La Vicentina, cerca del coliseo Rumiñahui, junto a un corazón pintado sobre el asfalto, de los cientos que existen en la ciudad para simbolizar a las víctimas de accidentes de tránsito.

El cuerpo permaneció por varias horas en el lugar con el rostro apenas cubierto con una chompa y papeles. Los manifestantes capitalinos facilitaron sus teléfonos celulares a los amigos de la fallecida para que se pusieran en contacto con los familiares en Vinces.