Mientras cerca de 800.000 polacos se reunieron ayer en una explanada en Cracovia para asistir a una misa en memoria de Juan Pablo II, un número similar llegó a Roma para despedir a su Papa, Karol Wojtyla.
Cracovia es la ciudad en la que el fallecido Pontífice fue arzobispo entre 1963 y 1978. En ella pasó 40 años de su vida. Los habitantes, vestidos de blanco, organizaron una marcha en su homenaje, antes de reunirse para una eucaristía en Blonia, lugar donde el Sumo Pontífice había celebrado varias misas durante sus viajes a Polonia.
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Más de un millón de polacos llegaron hasta ayer a Roma, incluso pese a dramáticas informaciones sobre las difíciles condiciones que reinan en la capital italiana, pues en declaraciones hechas a radio y televisión aseguran que no les importa lo que tengan que sufrir, pues lo que desean es estar lo más cerca posible del Pontífice.
La jornada de ayer estuvo marcada por el aluvión de polacos que provistos de su bandera rojiblanca ornada con un crespón, rendían tributo a quien consideran el jefe máximo de la Cristiandad y la figura más importante de su historia.
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En uno de los trenes que llegaron desde Polonia, Adam Peczkowski afirma que no dormirá porque no tiene dinero para ir a un hotel. “Intentaremos llegar a la plaza San Pedro”.
“Sé que no tendré la posibilidad de acceder hasta la plaza San Pedro ni ver el catafalco, pero lo importante es estar cerca de él”, dice a su vez Waclaw Kubik, de 48 años.
Dirigiéndose al funeral del Papa en un autobús viejo y todos apretujados, 45 peregrinos polacos viajaron por 30 horas, rezando, aferrando rosarios o intentando hablar en voz baja mientras rugía el motor de su vehículo.
“Creo que Dios es nuestro guía. Si logramos ver al Vaticano, es bueno. Si no, pienso que es la decisión de Dios”, expresó Kasia Nowak, una joven de 27 años que solo ha viajado dos veces afuera de su país.
Otros 130 paisanos del desaparecido Papa llegaron ayer con una bolsa cerrada en una caja de plata, que contiene tierra de once lugares diferentes de Wadowice que tenían una relación con el Santo Padre”, explicó la alcaldesa de esa ciudad polaca, Ewa Filipiak.
La tierra proviene del lugar donde estuvo la casa familiar de los Wojtyla, de la inmensa basílica dedicada a la Virgen, del parque municipal, la colina Dzwonek, adonde solía subir antes de que fuera Papa, la pradera de Blonie, donde de chico jugaba al fútbol.