La movilización de más de mil voluntarios, muchos de ellos armados para frenar durante todo abril la inmigración ilegal en la frontera entre Arizona y México, provoca temor de posibles actos de violencia en esta región.
La misión de los voluntarios civiles del llamado Proyecto Minuteman es clara: desplegar una amplia red de vigilancia en la frontera de Arizona que ponga coto a la inmigración ilegal.
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Estos grupos no tienen apoyo oficial y México ha condenado sus acciones y pidió al Gobierno de EE.UU. que tome “medidas preventivas”.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS), blanco predilecto de las críticas de estos grupos, ha anunciado el envío paulatino de 534 agentes adicionales a Arizona de forma permanente.
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La queja de los militantes de Minuteman es que ni el Gobierno federal hace lo bastante por frenar a los inmigrantes clandestinos, ni México crea suficientes incentivos para desalentar el éxodo de los suyos hacia el Norte.
Según cálculos del Centro Hispano Pew, unas 485.000 personas, la mayoría de origen mexicano, cruzan ilegalmente la frontera hacia EE.UU.
Solo en el sector de Tucson, la Patrulla Fronteriza ha registrado desde comienzos de este año un total de 210.718 detenciones de inmigrantes “sin papeles”, un incremento del 6% sobre el primer trimestre de 2004.
Los organizadores de la movilización, Chris Simcox y Jim Gilchrist, insisten en que no se trata de un proyecto racista o antiinmigrante.
El grupo promete que las manifestaciones serán pacíficas -ha pedido de los voluntarios que no desenfunden sus armas-, pero muchos temen que, tarde o temprano, ocurran algunos enfrentamientos violentos con grupos que se les oponen.
Durante todo abril, los vigilantes, armados de pistolas, radios, binoculares, y apoyados con helicópteros, se abocarán a detectar y delatar a cualquier inmigrante indocumentado en la zona.
Estas acciones se centrarán en el Valle de San Pedro, zona que tras el recrudecimiento de las leyes migratorias y la mayor vigilancia desde los atentados del 2001, se ha convertido en un hervidero de traficantes de inmigrantes indocumentados.
Empezarán por la localidad de Tombstone que en inglés significa “lápida”, donde el grupo tiene su sede y hasta donde llegarán centenares de voluntarios de todo el país.
Expertos coincidieron en que esta iniciativa solo agrava la polémica y, peor aún, servirá de imán para grupos partidarios de la supremacía blanca.
“La presencia de hombres civiles, furibundos y armados, y con nula capacitación es una combinación peligrosa. La solución no está en actuar como vaqueros sino que imperen las cabezas frías y se avance en una verdadera reforma migratoria”, dijo Ángela Kelley, subdirectora del Foro Nacional de Inmigración.
Heidi Beirich, portavoz del Southern Poverty Law Center, un centro de estudios en Alabama, señaló que grupos racistas, como Ranch Rescue y Nación Aria, “han expresado interés en viajar a Arizona y no sé cómo podrán controlarlos".
Benjamín Johnson, del Centro de Política Migratoria, consideró que “los temores y frustraciones de la población local por la inmigración ilegal es real y merecen respuestas reales del Gobierno, no un despliegue de testosterona”.