La ola de protestas que agudizó este jueves la crisis política en Kirguistán podría animar a los movimientos democráticos de los países vecinos de Asia central, al tiempo que puede desencadenar una desestabilización que resulte peligrosa en esta inestable región.
"Si la situación se normaliza, estos hechos tendrán un fuerte impacto en los países de Asia central que verán que un movimiento popular es capaz de derrocar al régimen existente. Esto puede constituir un precedente explosivo", subraya el experto ruso Andrei Gruzin, del Instituto de los países de la CEI (Comunidad de Estados Independientes, 12 repúblicas ex soviéticas).
Según uno de sus colegas, Fedor Lukianov, los occidentales creen que los acontecimientos de Kirguistán pueden constituir "la mecha susceptible de prender la llama de la revolución democrática" en esta región, donde casi todos los régimenes son autoritarios.
Los nacionalistas rusos se suman a este análisis y el líder del partido Rodina (Patria, nacionalista conservador) Dmitri Rogozin, ve en la revolución kirguisa "el mismo escenario que en Georgia o en Ucrania", donde Rusia no pudo impedir el ascenso al poder de la oposición pro-occidental.
"Pero en lugar de la llama democrática, se trata de otra hoguera" lo que puede provocar los acontecimientos en Kirguistán, dice Fedor Lukianov, redactor jefe de la revista "Rusia en la política global", en un análisis publicado por el diario en linea Gazeta.ru.
Si la situación degenera en Kirguistán, un país multiétnico que desde comienzo de los años 90 ha vivido enfrentamientos sangrientos entre poblaciones kirguisas y uzbekas, esto dará "argumentos a todos los régimenes autoritarios de Asia para restringir las libertades", señala Andrei Gruzin.
Lukianov estimó que la desestabilización de Kirguistán afecta a "una de las regiones más inestables de Asia central, donde a los viejos conflictos interétnicos se suman profundos problemas sociales, lo que aumenta aun más el riesgo de islamismo radical".
Para el analista no se puede descartar el riesgo de que se vuelva a la situación de "Tayikistán en la época de la guerra civil de 1992-97", que produjo decenas de miles de muertos.
Pero sobre todo, lindando al suroeste con el valle de Ferghana, reducto de los islamistas de Asia central que sueñan con instalar ahí un Califato (el Estado islámico Transnacional), Kirguistán corre el riesgo de convertirse en un refugio de las fuerzas extremistas de la región que podrían instaurar su control en Ferghana, el sur de Kazajastán, Tayikistán e incluso el oeste de China", asegura el analista.