Un polémico gol del defensa John Terry, un peligro anunciado, que cabeceó un saque de esquina y se encontró con la ayuda del portugués Ricardo Carvalho, quien obstaculizó a Víctor Valdés, dio al Chelsea la clasificación tras derrotar por 4-2 al Barcelona, que se quedó sin cuartos de final cuando parecía que había evitado la debacle de un desastroso comienzo y tenía todo a favor.
 
En un gran partido, en el que el balón fue de área a área sin tregua, el Barcelona se fue Europa por no limitar sus errores, frente a un equipo que hace de la eficacia su seña de identidad.
 
Probablemente, el Chelsea no haya sido mejor que el Barcelona en el conjunto de la eliminatoria, pero supo mantenerse siempre a flote, a la espera de un fallo de un rival al que no le bastó ni la magia de Ronaldinho.
 
Se esperaba, del brasileño, una actuación deslumbrante, que resurgiese en el momento preciso para acabar con las dudas, con los lamentos que acumuló el equipo tras la lesión del mexicano Rafael Márquez, y Ronaldinho no defraudó.
 
Con todo perdido, cuando el conjunto de Frank Rijkaard resbalaba hacia el abismo, tras encajar tres goles en poco más de un cuarto de hora, Ronaldinho apareció para demostrar por qué fue elegido el mejor jugador del mundo, por qué aún se puede confiar en los jugadores distintos, capaces de cambiar el curso de un partido con una acción genial.
 
Porque, hasta que irrumpió el astro brasileño, el Barcelona sucumbió a la eficacia del Chelsea, a su claridad para leer el partido ante un equipo indeciso; sabedor de que debía llevar el peso del encuentro, pero temeroso de su debilidad defensiva.
 
Sin Márquez, el Barcelona no tuvo filtro en el centro del campo y quedó expuesto, tras cada pérdida del balón, a una ocasión de gol que el Chelsea aprovechó favorecido por el nerviosismo de la zaga azulgrana.
 
El islandés Eidur Gudjohnsen convirtió en gol la primera llegada del conjunto londinense, después de que el serbio Mateja Kezman aprovechase un resbalón de Xavi en el centro del campo para lanzar el contragolpe (m.8).
 
Cinco minutos después, Frank Lampard recogió un flojo rechace de Víctor Valdés a un disparo de Joe Cole y encarriló la eliminatoria y, en pleno desconcierto azulgrana, el irlandés Damien Duff pareció sentenciar el pase a cuartos del conjunto del portugués José Mourinho (m.17).
 
No es sólo la sensación de debilidad defensiva que ofrecía el Barcelona, sino su incapacidad para crear peligro, lo que atenazaba a un conjunto que se sentía superior, pero que no sabía como demostrarlo, con Deco, Xavi y Andrés Iniesta perdidos en el centro del campo.
 
En ese momento, cuando el Barcelona parecía colgar una nueva fecha negra de su calendario, respondieron con carácter sus estrellas y, sobre todo, Ronaldinho.
 
Avisó Samuel Etoo, cuyo disparo despejó con apuros el meta checo Petr Cech y, acto seguido, Ronaldinho, con un remate de cabeza que se fue fuera de poco.
 
En medio del acoso, el Barcelona encontró un inesperado aliado en el portugués Paulo Ferreira, que despejó con la mano, de forma inocente, un balón colgado al área que difícilmente hubiese cabeceado con peligro Etoo.
 
Señaló el penalti Collina y no le tembló el pulso a Ronaldinho, para dar la vida al conjunto de Rijkaard (m.27).
 
Pero el golpe decisivo, la acción de calidad que define al centrocampista brasileño como un jugador extraordinario se produjo doce minutos después, cuando Ronaldinho sacó un disparo imposible al borde del área, tras amagar con la cadera y colocar el balón, con efecto, junto al poste, con Cech de asombrado de espectador.
 
Fue un gran gol para dar la tranquilidad al Barcelona, pero el conjunto de Frank Rijkaard no supo gestionar un marcador favorable y vivió con el pulso acelerado en una segunda mitad vibrante, en la que creó tantas ocasiones para sentenciar la eliminatoria como dio opciones a su rival para recuperarse.
 
Llegó el Barcelona con claridad, pero no concretó, ni en una acción en la que Etoo la envió a las nubes tras un disparo al poste de Iniesta y, un minuto después, se encontró fuera de Europa, por dos errores incomprensibles.
 
El primero; de Gerard, titular hoy por su mejor juego aéreo, que no supo cómo tapar al central John Terry, un peligro anunciado durante toda la temporada, y, el segundo, del árbitro asistente, que no quiso señalar el agarrón de Carvalho sobre Víctor Váldes, instantes después de que cabecease el defensa del Chelsea.
 
Con todo perdido y un cuarto de hora por delante, Rijkaard envió todo su arsenal al campo. Sacó al argentino Maxi López y al francés Ludovic Giuly y metió en su área al Chelsea, pero no fue suficiente para cambiar el curso de una eliminatoria que vuelve a encumbrar a Mourinho.
 
Chelsea: Cech; Ferreira (Johnson, m.51), Carvalho, Terry, Gallas; Cole, Makelele, Lampard, Duff (Huth, m.86); Kezman y Gudjohnsen (Tiago, m.79).
 
Barcelona: Valdés, Belletti (Giuly, m.84), Puyol, Oleguer, Van Bronckhorst (Silvinho, m.4); Deco, Gerard, Iniesta (Maxi López, m.86), Xavi; Ronaldinho y Etoo.
 
Goles: 1-0: m.8: Gudjohnsen culmina un contragolpe. 2-0: Lampard recoge un rechace a un disparo de Joe Cole. 3-0: m.19: Duff, 3-1: m.27: Ronaldinho, de penalti. 3-2: m.38: Ronaldinho, con un disparo con efecto al borde del área. 4-2: m.75: Terry, de cabeza, en un saque de esquina en la que Carvalho obstaculiza a Valdés.
 
Arbitro: Pierluigi Collina (Italia). Amonestó a los locales Ferreira (m.26), Kezman (m.83) y a los visitantes Van Bronckhorst (m.29), Xavi (m.68)
 
Incidencias: Partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones, disputado en el estadio de Stamford Bridge, ante unos 42.000 espectadores.