En medio de la angustia y sufrimiento, Jorge Toral sentía emoción ayer en la tarde. Al fin consiguió la visa humanitaria para viajar a Estados Unidos y poder ver a su hija Paola, quien está internada en el hospital Westside Regional Medical Center en la Florida, en donde los días que le quedan de vida son pocos, tras ser diagnosticada con un cáncer del colon.
“Gracias a Dios puedo ver a mi hija”, dijo Jorge, quien tras conseguir la visa para un mes, viaja a las 07h00 de hoy en el vuelo de la aerolínea Copa hacia Estados Unidos.
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Jimmy, hijo de Jorge, con amargura contó que tras empeorar la salud de su hermana, su padre solicitó una visa humanitaria al Consulado de Estados Unidos el 26 de enero pasado, quienes se la negaron con el argumento de que no presentaba garantías financieras económicas.
“Esperamos que se mejore pero lamentablemente nuestras leyes no le permiten, dijo el oficial consular”, recordó Jimmy, mientras exhibía las cartas enviadas por los médicos del hospital, en donde se pedía la presencia del padre.
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Paola, de 28 años, la segunda de tres hermanos, es ingeniera agrónoma, tras obtener una beca viajó a Israel y a su retorno decidió buscar mejores oportunidades en Estados Unidos. Al año se casó y junto con su esposo trabajaban en la venta de productos para la limpieza de joyas, pero luego se divorció.
Los síntomas se presentaron en enero del año pasado, pero ninguno de los exámenes determinó la presencia del cáncer, explicó Johanna, hermana política de Paola. Fue en mayo cuando un nuevo examen detectó la enfermedad.
Margarita Fabara, madre de Paola, renunció a los 28 años de servicio al magisterio para estar con su hija y más tarde también lo hizo la hermana menor, Soledad, a su trabajo en el Servicio de Rentas Internas y sus estudios en la Universidad Católica.
Paola se aferró a la vida e intentó todos los tratamientos para salvarse, sin conseguirlo. En poco tiempo el cáncer complicó el hígado y otros órganos, se sometió a tres intervenciones quirúrgicas y soportó múltiples sesiones de quimioterapia.
“Los médicos le prohibieron las quimioterapias porque físicamente ya no resistía, pero ella lo pedía porque quería estar viva para ver a su padre”, dijo su hermano Jimmy.
La enfermedad apenas le permite hablar y desde hace días no recibe alimentación porque el cáncer le afectó también la garganta.
Con signos de impotencia la familia se resigna al desenlace y esperan cumplir el deseo de Paola, cremar sus restos y sepultarlos en su patria.