La obstinada insistencia de reporteros y un puñado de hinchas finalmente tuvo eco luego de dos días y Diego Armando Maradona se dejó ver fugazmente desde una ventana del apartamento en el que se encerró desde la noche del miércoles.
 
Maradona les envió un beso con la mano, apareció unos segundos y se despidió, destacaron el sábado los diarios El Heraldo de Barranquilla y el Tiempo de Bogotá.
 
Angela María Quintero, quien se presenta a la prensa como amiga personal y representante en Colombia de Maradona, lo invitó a Cartagena.
 
Ella lo convenció el viernes de regalar la rápida imagen a las personas apostadas en la avenida Chile del elegante sector turístico de Bocagrande, pero advirtió que el astro no concederá entrevistas.
 
Diego descansará dos semanas, no se someterá a ningún control médico ni hablará con la prensa, dijo Quintero a los reporteros e hinchas quienes insistían que bajara al primer piso. Aparentemente Maradona irá a las Islas del Rosario.
 
Un aficionado italiano logró el fin de semana pasar la puerta principal del edificio y entregó a uno de los acompañantes de Maradona una camiseta del Nápoles (equipo en el que actuó) con la esperanza que se la firmara.
 
Otro hincha, Juan Manuel Bolaño, aguardó pacientemente más de ocho largas horas para que le estampara un autógrafo en la camiseta de Argentina.
 
Bolaño se apostó el jueves a la entrada del edificio y cuando logró el autógrafo su ídolo no se cambiaba por nadie.
 
Dígale a Diego que la firme (la camiseta estampada con la fotografía de su ídolo), soy un gran admirador suyo, dijo Bolaño a uno de los acompañantes.
 
Con cariño, Diego (10), escribió Maradona en la camiseta y cuando el joven la recibió dio un gran salto y se marchó feliz, según diarios locales.
 
Empleados del edificio contaron a los medios que Maradona finalmente descendió a la planta baja, cuando la prensa y curiosos ya no estaban, y aceptó tomarse fotos con algunos de los inquilinos.
 
Algunos vecinos del edificio donde se aloja no ocultan su malestar por las severas restricciones para ingresar.
 
Perdimos la tranquilidad y como si fuera poco tenemos serios problemas para llegar a nuestros departamentos, había manifestado irritada esta semana a los reporteros una joven que trataba de calmar a su bebe que no dejaba de llorar.