En Guayas habrá ceremonias en las 207 parroquias católicas, incluidas las 104 iglesias de Guayaquil.

“Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás”, dice el versículo 19 del capítulo 3 del Génesis. El pasaje encierra el sentido del Miércoles de Ceniza, que hoy se celebra en todo el mundo.

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En Guayas habrá ceremonias en las 207 parroquias católicas, incluidas 104 iglesias de Guayaquil. Monseñor Elías Dávila, vicario de Comunicación Social de la Arquidiócesis y párroco de San Gabriel de la Dolorosa (en la Cdla. Kennedy Norte), da esta cifra.

El religioso explica que la ceniza es el símbolo bíblico de penitencia y el recordatorio que la parte física del hombre se termina y que luego vendrá la resurrección. Invita a la reflexión a los hedonistas que piensan en la belleza del cuerpo que algún día se ha de terminar, dice.

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“Nos recuerda que las personas debemos corregir todas nuestras malas acciones y prepararnos para una vida más cristiana y acercarnos al prójimo”, expresa el padre Antonio Calderón, párroco de Cristo Redentor, en el Barrio del Centenario.

También es un signo de solidaridad para socorrer a los que tienen hambre y no tienen vestidos, según dice el profeta Isaías, agrega monseñor Luis Arias, titular de San Pablo Apóstol, de la Cdla. La Saiba.

La celebración mundial del Miércoles de Ceniza es el primer día del año que se debe ayunar y guardar abstinencia, según la Iglesia Católica. El segundo es el Viernes Santo.

Aunque no es estrictamente necesario estar en ayunas para recibir la señal de la cruz hecha con el polvo y haberse confesado para comulgar en la eucaristía, esto es lo ideal,  dijeron los sacerdotes consultados por este Diario.

Al respecto, el padre Calderón añade que el mejor ayuno no es abstenerse de comer, sino de hacer algo que dañe al prójimo.

El sacerdote Adán Imaicela, director de la Pastoral Vocacional de la iglesia Nuestra Señora de los Ángeles (San Francisco), dice que si bien la ceniza es señal de cambio, unos se la ponen como amuleto.

La ceniza se recibe durante la misa o la celebración de la Palabra, que la realiza un laico (seminaristas o ministros extraordinarios de la comunión), dice el padre Stanley Henriques, párroco de Nuestra Señora de la Alborada.

Cómo se prepara
Las palmas del Domingo de Ramos, que quedan de las que se venden para esta celebración y las que adornan los templos, se guardan para ser quemadas (cuando están secas) semanas y días antes del Miércoles de Ceniza. El proceso se hace en cada parroquia.

“Los purificadores (pañuelitos) de los cálices también se queman, al igual que el mantel donde se asienta la copa, cuando están deteriorados y todas las demás cosas benditas de la iglesia que ya no estén en uso”, manifiesta la hermana Martha –quien prefirió mantener su apellido en reserva– del Monasterio de Santa Clara, en el Guasmo Central. Esta congregación de monjas de claustro, le entregó a Cristo Redentor el polvo que les quedó del año pasado.

Obtenida la ceniza se la cierne y se guarda para bendecirla con agua en la eucaristía.

En San Gabriel de la Dolorosa, el pasado jueves, se consiguió el polvo al que se le agregó aceite de oliva y agua para que esté más cremoso, dice monseñor Dávila.

En Nuestra Señora de los Ángeles quemaron diez palmas secas con lo que se obtuvieron 2 libras de ceniza, indica el padre Adán Imaicela.

La imposición de la ceniza da inicio a la Cuaresma, que es un recordatorio de “los cuarenta días que estuvo el Señor en oración y penitencia en el desierto, orando por la humanidad”, señala el padre Antonio Calderón.

Este es un tiempo de preparación para celebrar el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, añade Imaicela.