América Latina, el continente más católico del mundo, cuenta con un número excepcional de “papables” en la lista de posibles sucesores de Juan Pablo II y con 22 cardenales electores en el Sacro Colegio Cardenalicio, órgano supremo de la Iglesia y decisivo en la elección de un nuevo Papa.
Óscar A. Rodríguez | Claudio Hummes | José M. Bergoglio | Norberto Rivera |
Tras la urgente hospitalización del Pontífice, el martes pasado, muchos observadores afirman que por primera vez en la historia el sucesor de Juan Pablo II podría “hablar español o portugués”.
Entre los “príncipes de la Iglesia” nacidos en América Latina se menciona a cardenales de Honduras, Brasil, Colombia y Argentina.
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El abanico de los “papables” latinoamericanos cuenta con personalidades con experiencia en el complejo manejo de los asuntos internos de la curia romana.
Es el caso del colombiano Darío Castrillón Hoyos, 75 años. Su prestigio como hombre hábil, enérgico y políglota, unido a su experiencia dentro del Consejo Pontificio para el Clero, lo convierten en uno de los favoritos.
El cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez, arzobispo de Tegucigalpa, un salesiano de 62 años, es el típico exponente de la nueva jerarquía eclesiástica latinoamericana, capaz de luchar por las desigualdades sociales sin que lo tachen de simpatizante de la teología de la liberación.
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El cardenal de Sao Paulo, Claudio Hummes, un franciscano de 66 años, comprometido en el sesenta contra la dictadura, es el gran favorito de Brasil. También está el argentino José María Bergoglio, 68 años, un hombre tímido, culto y esquivo, que brilló como relator en el sínodo de Obispos de las Américas en el 2001.
Para el vaticanista italiano Marco Politi, autor de varios libros sobre la Santa Sede, los cardenales latinoamericanos, apoyados por los ibéricos (8) y los estadounidenses (11), podrían alcanzar tranquilamente la mayoría relativa.
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Las posibilidades para otros dos cardenales latinoamericanos, el mexicano Norberto Rivera Carrera y el cubano Jaime Lucas Ortega, arzobispo de San Cristóbal de La Habana, disminuyeron en los últimos años pese a que a que realizan una gran labor social y responden a la línea del actual papado.