El sábado 8, a las 14h00, explotó un tanque de gas en mi domicilio en la ciudadela Huancavilca, accidente en el que mi madre resultó muerta, yo quemado y nuestra casa, en parte destruida.

Al recibir los primeros auxilios de paramédicos de los bomberos, me dijeron que debía ir a un hospital por mis quemaduras de segundo grado en mi brazo izquierdo y ambas piernas. Como soy policía retirado, me trasladaron al hospital de mi entidad, pero al llegar allá me dijeron que no había atención para quemados. Protesté y les dije que soy policía en servicio pasivo, que tenía derecho a esos servicios, y recalqué que si fuese un alto oficial quizás ahí sí se moverían; pero claro, como yo era ex miembro de tropa, no les importaba mi salud.

Gracias a Dios, como a más de policía jubilado también lo soy de artesano profesional, le rogué al chofer de la ambulancia que me llevara entonces al hospital del IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social), donde me dieron inmediata atención de primera clase y me la siguen prodigando.

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El lunes 10, a las 10h00, llegaron hasta mi lecho un doctor del Hospital de la Policía, un suboficial y una empleada de servicio social, para trasladarme a la casa de salud policial, pero me negué rotundamente ante la condición dolorosa en la que me encuentro. Ellos me afirmaron que todos los gastos de mi curación me serían reembolsados; sin embargo, hasta el momento, me encuentro endeudado.

Tengo 70 años de edad, y la Policía, a todos sus miembros activos y pasivos, nos descuenta mensualmente de nuestro sueldo, aportaciones al Instituto de Seguridad Social de la Policía (Isspol), pero este resulta un engaño porque nunca nos dan debido servicio; y nunca nos hicieron conocer el formato del anteproyecto de ley, para nosotros, que iba a presentarse al Congreso Nacional.

Julio Martínez García
Guayaquil