La condena de un soldado estadounidense, acusado  de ser el cabecilla de los torturadores del presidio iraquí de Abu Ghraib, debería ser el primer paso hacia un proceso más amplio de responsabilidad de  militares norteamericanos, opinó un vocero de Human Rights Watch (HRW).
 
Charles Graner, de 36 años, un cabo degradado a soldado raso, deberá  cumplir una pena de diez años después de que un tribunal militar lo declarara el domingo culpable de haber golpeado y humillado sexualmente a prisioneros recluidos en la cárcel de Abu Ghraib, cerca de Bagdad.
 
El consejero especial de HRW, Reed Brody, escribió en un artículo de opinión que "cada día parece haber más pruebas de que los malos tratos infligidos a prisioneros musulmanes -que no se habría limitado a esa cárcel  iraquí- se extendieron por Afganistán, Iraq y Guantánamo".
 
Los presos en Afganistán eran "frecuentemente golpeados, mantenidos desnudos y privados del sueño durante largos períodos", mientras que los reclusos de la base militar norteamericana en la bahía cubana de Guantánamo "han sido regularmente encadenados en posiciones dolorosas en habitaciones congeladas.
 
Esta tortura "no fue el resultado de actos individuales de soldados como Graner, sino de decisiones de la administración Bush", escribió Reed en un informe de HRW titulado "La ruta de Abu Ghraib".
 
Oficiales norteamericanos han conocido graves denuncias de tortura en Afganistán por lo menos desde 2002 y más tarde en Iraq, pero en ningún momento (el secretario de Defensa, Donald) Rumsfeld, ni ningún otro líder importante, advirtieron que los malos tratos a los prisioneros deberían cesar.
 
Después de la publicación de las fotos de abusos en Abu Ghraib, en abril de  2004, el Pentágono ordenó nueve investigaciones separadas, afirmó Reed.
 
"Dos pesquisas mostraron que las políticas de interrogatorio de Rumsfeld contribuyeron a las torturas y abusos perpetrados en Iraq y Afganistán, pero a  los investigadores les faltó poder -o independencia- para arribar a las obvias  conclusiones sobre la responsabilidad política o incluso legal de Rumsfeld y otros, que aprobaron los métodos ilegales", dijo.
 
Como resultado, "ningún soldado de rango superior al de sargento ha sido condenado hasta ahora, así como ningún líder civil del Pentágono ni de la CIA  ha sido siquiera investigado", expresó.
 
"Las protestas de desagrado de Bush y otros por las torturas en Abu  Ghraib no tendrán ningún significado, mientras no sean llevados a la Justicia los altos oficiales que aprobaron o toleraron los delitos", expresó.
 
De acuerdo con Reed, la única manera de hacer posible el castigo a los responsables sería designar un fiscal especial "independiente de la administración".