En Ecuador es mala la educación, por no decir pésima, y se sigue soportando el sistema educativo vigente que es obsoleto, como lo es su ley.

Es anárquica su vigencia que a nadie importa; es como vivir en un estado letárgico sin miras de cambio. Es aberrante y humillatorio para el profesional de la docencia no poder ver la luz de un nuevo día en el proceso del método de enseñanza-aprendizaje.

La buena educación debería ser: tener la entereza de querer cambiar todo lo establecido hasta ahora, transformar la raíz el sistema educativo del país; revisar leyes y reglamentos que no dejan abrir un nuevo horizonte hacia el progreso; atacar la corrupción, forjando mentalidades a través de una globalizante preparación académica a nuevos maestros; permitir que ocupen cargos directivos de primer orden, mediante escogitamiento honesto por sus capacidades y méritos, y no por sus vaivenes políticos.

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Dr. Ramón Arias Altamirano
Guayaquil